Viñas con alma

Desde el inicio de los tiempos el hombre ha sostenido una relación entrañable con la tierra.  El hecho de pasar de la recolección a la cosecha marcaría un salto importantísimo en la evolución humana. Con sus más y sus menos esa relación a comenzado a hacerse cada vez más lejana y extraña. Para tratar de recomponer ese vínculo profundo ya a principios del siglo pasado Rudolf Steiner proponía un verdadero cambio de paradigma. Aunque si queremos hilar más fino, podríamos decir que sus escritos y conferencias planteaban en realidad el restablecimiento de un lazo primigenio.

En sus tratados sobre agricultura biodinámica, el filósofo austríaco propugnaba la vuelta  a una relación más cercana con la tierra, renegando del uso de elementos artificiales y poniendo especial énfasis en el respeto de los ciclos naturales planetarios. Esas prácticas parecen estar calando cada vez más hondo en el universo de la agricultura mundial y así surgen ejemplos de nuevas formas de encarar este compromiso con la Madre Tierra.

Dos conceptos son las piedras fundamentales de esta nueva tendencia: lo orgánico y lo biodinámico. El primero es un concepto bastante simple, se debe eliminar todo tipo de elemento artificial tanto para la fertilización como para el control de insectos y enfermedades de la planta. En cuanto a lo biodinámico, aquí se le adosa, además, una cuota de seguimiento de ciertos ciclos astronómicos para regular la actividad de la viña y la utilización de compuestos dinamizadores. En el caso de la cosecha y producción de vinos, en nuestro país, ésta es una tendencia que crece sin prisa, pero también sin pausa. Y para interiorizarnos del tema que mejor que recurrir al pionero de la tendencia en la industria, Alejandro Bianchi.

Representante de un linaje de viñateros harto reconocido, Alejandro arrancó dentro de la bodega familiar para terminar volcándose directamente a su proyecto más querido: Finca Dinamia, la primer bodega del país en abocarse a las prácticas de Steiner. “Fueron varios años, arrancamos plantando entre 2001 y 2003 y la finca fue certificada como Viña Orgánica Certificada por Argencert en 2005. Finalmente alcanzó la certificación Biodinámica en 2009 y dos años después llegó para nuestros vinos. Aquí tratamos de utilizar las formas más naturales de producción, desde el compost a los preparados. La idea es tratar de equilibrar a todos los actores de esta comunidad del modo menos intrusivo posible. Tenemos a los animales para proveernos leche o huevos, además de sus excrementos para el compost, que también se nutre de los propios desperdicios de la viña, los orujos, las podas. Y si bien puede haber algún grado de controversia con respecto a la falta de un modo científico de mensurar la incidencia de porciones literalmente homeopáticas de ciertos elementos también hay que recordar que se han dado sucesos reveladores.” Un caso típico podría ser el del célebre preparado 501, básicamente polvo de cuarzo molido que se entierra dentro de un cuerno de vaca por cierto periodo de tiempo para luego diluirlo en agua y esparcirlo por la viña. Si uno lo piensa un poco muchas de las acciones benéficas de los preparados homeopáticos parecen tener cierta mímesis poética. Se supone que los microcristales de cuarzo funcionarían como una suerte de nano prismas con una función doble: para las hojas tendría un efecto multiplicador de la luz y por ese mismo principio para las raíces les brindaría un poco de temperatura extra. “Sea como fuere, el hecho es que hace unas temporadas sucedió que cayó una helada terrible en la zona. Muchos de mis vecinos tuvieron pérdidas enormes-continúa Alejandro- algunos cerca de la mitad de sus cosechas mientras que nosotros perdimos apenas un 4 o 5 %. Fue el caso que el INTA se hizo presente para realizar mediciones y descubrieron que la masa térmica de nuestra viña estaba dos grados por encima de la de los otros vecinos que no habían usado el sílice.”

 

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