Regencia

El enamoramiento de F.P. Journe con la más exquisita relojería mecánica hizo que pasara de dar servicio a piezas virtualmente históricas a ser creador de sus propias innovaciones y la manufactura que lleva su nombre. El moto Invenit et Fecit (lo inventó y lo hizo) habla a las claras de su enorme devoción por este arte donde, además de rendir tributo a lo mejor de la tradición relojera, también inventa constantemente nuevos desafíos. El único watchmaker que supo alzarse tres veces con el distinguidísimo Aguille D’Or para luego implementar una cláusula en dicho premio para que no pudieran volver a considerarlo como candidato.

 

Muchos han sido sus logros y en pocas piezas se ven tan claramente reflejados como en su último opus, el Tourbillon Souverain Régence Circulaire. Dentro de su noble patronímico ya nos vamos anoticiando de alguna de sus características: posee el legendario tourbillon en oro rosa de la manufactura y un trabajo de labrado cien por ciento manual en la tapicería del cuadrante. Y si bien ese es un dato que magnetiza la mirada hasta del más lego también hay que destacar que este modelo cuenta con un par más de presentaciones maravillosas. Nos referimos a un segundero pequeño a las seis con la complicación de «segundo muerto» (que hace que la aguja sólo se mueva una vez que el segundo pasó), más un escape de fuerza constante.

 

El rasgo más distintivo de esta edición limitada de tan sólo 20 piezas, sin duda es el barroquismo de su grabado. Claramente evocativo del periodo de la Regencia, una edad de oro para F.P. Journe, es una muestra de la más alta artesanía que le toma a su realizador dos días enteros de trabajo. Este grabado se ejecuta sobre una placa de oro blanco para ser pulido luego por otro artesano. Las menos que milimétricas imperfecciones sólo pueden ser percibidas mediante el uso de una lupa de joyero y sirven para ratificar el grado de unicidad de cada pieza.