Jazz (en el cuarto de atrás)

Hace apenas cuatro años que Nick Baranov se bajó de la Harley con la que venía recorriendo el continente y decidió echar raíces en nuestro país. Armenio nacido en Baku, pero refugiado desde los ocho años en Estados Unidos, quedó prendado de Palermo donde, a nada de llegar, terminó acuarentenado por la epidemia de Covid. Pese a esos duros inicios Nick siguió adelante y decidió invertir los ahorros de toda una vida en su proyecto más querido: un bar con toques jazzeros. Así nació Backroom Bar, un espacio que aúna una relación umbilical con la librería colindante, brutalismo en la remodelación de su espacio y minimalismo en su propuesta de tragos de autor y que ya se replica en el vecino Chile.

La presentación de su carta de tragos otoño-invierno fue la excusa ideal para hacer un repaso de la propuesta surgida de la prédica de hacer más con menos encarnada en su Director de Barra, Sergio Ancarola.

«Estamos tratando de ofrecer una propuesta que construya sabores dentro de una paleta que, no por acotada, deje de ser efectiva. Y con un ojo puesto en la tradición gastronómica argentina. Un claro ejemplo de ello podría ser el Gaucho Spritz ( una nueva versión de ese clásico de las barras del mundo con toques de yerba mate) o nuestro Criolla Punch, donde además de una base de ron cubano de tres años se dan cita la harina tostada, el azahar y el membrillo para evocar la decimonónica pastafrola nativa

Sobre uno de los extremos de la casa chorizo que corre paralela a una librería bien nutrida y mejor curada se asienta una pequeña tarima donde se ejecuta jazz en vivo mientras que en el otro se erige la barra. Detrás de ella y cerrando el conjunto encontramos un pequeño escenario muy bien puesto donde se dan conciertos de jazz regularmente.

La propuesta gastronómica abarca desde un tapeo de pollo frito o gírgolas en una especie de tempura hasta un principal de pesca del día que se le atreve (y sale airoso) a la incorporación de un side order de frutillas frescas. Por supuesto, además de música y libros aquí se viene a beber. Destacan grandes éxitos reversionados como el Mística Pura, una variación sutilísima sobre el blue print del Martini y un Roger Rabitt, con espíritu de Negroni al uso nostro que, desdeñando al bebedor bisoño, parece ideal para separar a los niños de los hombres.

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