Por sus frutos

Como en el reclamo bíblico parece que los resultantes de las tierras y de los hombres son un buen método para juzgarlos. Esto se nos viene a la mente cuando seguimos decantando el periplo calchaquí de Agustín Lanús. Este enamorado del NOA en altura tuvo la deferencia de bajar a la ciudad para presentar en carne y hueso tres novedades del extremo de gama de su linea Facón.

La cita fue en Cowi y allí tuvimos la oportunidad de vencer a la virtualidad y escuchar en vivo al creador de Bad Brothers. «La línea Selection la hice casi como una colección personal, algo que yo disfruto mucho– arranca el winemaker- son muy poquitas etiquetas, lo que dan 12 barricas por cada variedad, todo para el mercado local. Son vinos muy cuidados y muy difíciles de hacer puesto que al tratarse de partidas tan acotadas no dejan mucho espacio para jugar. Lo que sale es lo que es. Tenés un solo tiro. Por eso apuesto ahora por estas tres variedades. Me gusta mucho el Syrah, todo lo que está dando Catamarca en Tannat y en Bonarda. Después tenemos el Petit Verdot de Cafayate, en el que siempre confié, con sus suelos bien arenosos. Así que son tres variantes, todas cosecha 2019 que se suman para completar la media docena de ejemplares que conforman esta línea que busca reflejar la enorme multiplicidad de expresiones de los Valles Calchaquíes. Todos poseen un alcohol del 14.5. El Petit Verdot es de Cafayate, la Bonarda de Shinkal, Catamarca, Santa María y el Syrah de Puerta de Corral Quemado también en Catamarca pero pasando apenas Hualfín

Como de costumbre con los vinos del enólogo, las sorpresas (agradables) y los replanteos (necesarios) están igual de presentes en estos tres Selection. Por empezar aquí no se van a encontrar los tintos enjundiosos que por largo tiempo eran asociados al norte y su altura. Hay complejidad pero siempre con frescura fruto de una buena acidez. Nada de notas sobremaduras y un manejo de la carga alcohólica que parece renegar de lo que marca la etiqueta. También se vuelve a destacar un gran equilibrio en el uso de la barrica, que no obra en desmedro del color vibrante que indefectiblemente comparten los tres ni atiborra de notas avainilladas siendo que pasaron una crianza de 15 meses entre nuevas y usadas. Todos cierran con otros seis meses de estiba en botella antes de salir al mercado.

Arrancando con el Petit Verdot, nos situamos en los 1700 metros de Cafayate. Ya habíamos nombrado su suelo arenoso y aquí vemos que esta cepa, famosa por el trabajo que da y lo ingrata que suele resultar, se presenta con una tipicidad muy elegante, suave y tersa. Hay mucha pimienta negra, flor seca y tomillo.

Subiendo la cota pasamos a los 2000 metros de Santa María ya en Catamarca y a una Bonarda distinta. Principalmente por no presentar ni la mínima nota verde tan recurrente en la variedad ni tampoco tintes golosos como los que gastan sus hermanas en la vecina La Rioja. Vuelve a primar la frescura con una propuesta super equilibrada y peligrosamente bebible.

Como un chico que primero se come la tapa de una galletita rellena, aquí también dejamos lo mejor (siempre a puro y exclusivo juicio de quien suscribe) para el final. Tuve el placer de probar este Syrah aún sin terminar la estiba, charlando con su creador, maravillado y sin saber bien en dónde ubicarlo, incluso llegando a barajar la idea de darle un hermanito a su magnífico Aguayo (que suele abrevar del Malbec). En las postrimerías de Hualfín a 2100 msnm medra este Syrah regio, muy equilibrado y fragante que sin duda hará las delicias tantos de los cultores de la cepa como de los buscadores de algo distinto. Muy buena fruta pero siempre asentada por una acidez que le augura un longevidad plagada de facetas. Habra que hacer sonar un tiro para el lado de la paciencia.