Luna del sur

Sustentabilidad parece ser la palabra de la hora. Y si a eso se le suma el rechazo por la industrialización de los sembrados y el respeto por los ciclos naturales, la biodinamia está servida.

 

Como ejemplo acabado de la tendencia, especialmente cuando se la toma al pie de la letra buscando un resultado de excepción, están los vinos de Luna Austral. Este emprendimiento de la familia Busnelli, con un pie bien plantado en disciplinas tan alejadas de la viña como podría serlo el marketing, decidió asumir un compromiso nada menor al optar por arrancar de cero con un proyecto de estas características. «Existen diferentes bodegas abocadas a este tipo de producción– dice Lucía Busnellipero nosotros somos los primeros en haber arrancado con una tierra virgen en La Consulta. Eso nos ha dado ciertas ventajas puesto que no teníamos que corregir o tratar de reutilizar construcciones preexistentes o preparar un suelo que ya había sido usado con anterioridad.»

 

Y si bien los inversores de Luna Austral no gozan de prosapia viñatera no por ello dejaron de asociarse con dos figuras profundamente imbuidas en ese ámbito como podrían serlo Mario Toso y Alvaro Espinoza. Mientras que Toso porta apellido y una expertise dentro y fuera de los proyectos de su familia, lo suyo en un principio estaba muy ligado a la producción de vinos de calidad pero dentro del esquema más tradicional. Fue allí donde se volvió capital la incorporación del chileno Alvaro Espinoza, él, sí un reconocido cultor de la biodinamia.

 

«Aunque hoy se empieza a ver que tanto lo orgánico como la biodinamia propiamente dicha están en boga tenemos que reconocer que éste es un camino muy difícil y que exige un alto grado de compromiso.¨-comenta Mario Toso. Ciertamente, la idea no sólo es sumarse a la nueva ola sino tratar de que los productos cumplan con un alto standar en estos tipo de prácticas.

 

«El primer paso, ser orgánicos certificados tiene que ver con un concepto bastante sencillo de explicar– toma la posta Alvaro Espinoza.- básicamente se trata de no utilizar ningún tipo de agroquímicos en el tratamiento de la viña. Ahora cuando el tema se vuelca a la biodinamia, aquí la cosa puede volverse un poco más controversial. La idea es seguir una serie de preceptos establecidos por el humanista Rudolf Steiner donde no sólo se abjura de los insumos artificiales sino que además decide regirse por los ciclos astrológicos«. Claro que el punto no sería tan interesante si después no se aportaran vinos de excepción.

 

Aquí Luna Austral no sólo apuesta a un compromiso con la prédica biodinámica sino también a la excelencia. Y esto quedó por demás claro con las versiones de las dos variedades que pudimos probar. «Estamos trabajando muy bien con uvas tintas, así que nos estamos ateniendo a eso.– sostiene Toso- Producimos un Malbec y un blend, Sintonía.» Fue muy interesante ver las diferencias entre una cosecha y la otra. «Esto tiene que ver, más allá de un mayor tiempo en botella, con la progresión de la viña (que arrancó en 2008) y las variantes de lo que puede dar este terroir de un año al otro. Vinos de gran elegancia y complejidad, incluso llegamos a probar su último juego con la viña. Un espumante con gran contacto de lías. Al punto de pensarlo para ser vendido previo degüelle. O sea, dejándole al consumidor la posibilidad de seguir añejándolo o jugársela en el momento que mejor le parezca. Pinot Noir puro y duro, por supuesto. Ya dijeron que, por ahora, su fe está totalmente volcada a las uvas tintas.