De estreno

Más allá de sus vaivenes desde que Michel Rolland decidiera sentar sus reales en el Valle de Uco su emprendimiento  no ha dejado de ser una usina de vinos más que interesantes. Además de establecer un Clos a la bordolesa con media docena de amigos con el norte de armar un Blend entre todos, es también un hecho que cada uno de los miembros desarrolla sus propios proyectos. Diamandes es una de las bodegas de los Siete y acaba de sumar un tinto muy especial dentro de su portfolio. Para hablar sobre la incorporación de su primera experiencia con el Cabernet Franc fue que recurrimos al responsable de su enología, Ramiro Balliro.

 

«Éste es el último lanzamiento de la bodega con la 2019 como primera añada. Forma parte de una partida muy limitada de un viñedo que tenemos dentro del Clos de los Siete pero que está plantado sobre una formación geológica totalmente diferente de todo lo que la rodea. Es un suelo muy particular y por tanto no sorprende que el vino que allí se produce también lo sea. Al no haber muchas hectáreas plantadas en esa zona tenemos que salir con un número muy limitado de botellas. La zona se llama La Horqueta y es una formación geológica muy joven. Son suelos de origen aluvional y co-aluvional. Se ven piedras angulosas y algunos fósiles en ellas. Por supuesto esto significa claramente que hay una gran presencia de calcáreo lo cual permite mantener plantas con poco vigor,  con una maduración óptima pero lenta, algo que al Cabernet Franc le viene muy bien. Ya en bodega pasa a través de una doble selección (racimo y grano) para luego fermentar en tanques pequeños de 3000 litros y después descansar 12 meses en barricas de roble francés. Preferimos no utilizar mucha madera de primer uso con esta cepa porque una madera más nueva tendría mucho impacto sobre el vino.  Elegimos roble de grano fino y no más de un 30% de madera nueva. La idea es que toda la microoxigenación que ocurre dentro de la barrica le ayude al vino a madurar pero sin que la misma acabe desdibujando el carácter varietal

 

Habiendo podido acceder a una de las escasas 6000 botellas que forman la existencia del Diamandes Cabernet Franc 2019 podemos decir que todos estos cuidados han rendido sus frutos. Se trata de un tinto muy equilibrado, con preeminencia de tipicidad sobre concentración. En la primera nariz se notan toques más florales que de fruta roja con una pirazina refrenada al principio y que refleja más que nada pimienta negra. El suelo calcáreo aporta acidez y frescura con llamadas de eucalipto y mentol, muy suaves. Se trata de un vino de clara inspiración europea donde el término elegancia parece surgir a cada paso. A medida que se va  abriendo empiezan a descollar frutas rojas frescas, ácidas, como grosellas o frambuesas no tan maduras y llamadas de pirazina que ahora sí comienzan a redondear hacia notas más golosas de pimiento asado. Sin duda un vino que justifica la búsqueda, el descubrimiento y, por sobre todo, el disfrute.