Vinos con altura

Que Cafayate ha logrado imponer sus vinos, volviéndose favorito automático de los amantes de los tintos robustos no es novedad. O que de allí viene el torrontés que muchos protagonistas de la industria proponen como nuevo ariete del vino argentino allende nuestras fronteras, tampoco. Sin embargo, con todo y esos reconocimientos, no es cuestión de dormirse en los laureles. Por eso el Ministerio de Ambiente y Producción Sustentable de la Provincia de Salta decidió acompañar la última edición del Salón de Vinos de Altura.

 

La organización volvió a estar en manos de la gente de STG, más precisamente en las de Pauline Couyoumdjian y esta vez el formato feria cedió al de coctél, algo que resultó muy cómodo para los invitados de prensa y trade ahora sin participación del público en general. Otro detalle que fue  muy bien recibido debido a las altas temperaturas reinantes fue la abundancia de agua y gaseosas. Antes que algún desavisado presunto purista intente poner el grito en el cielo,  que recuerde que no es para nada buena idea catar con la tentación de apagar una sed acuciante. Así cada cual iba mitigando la suya para después dedicarse, ahí sí, a probar los vinos en exposición.

 

La propuesta era aunar a productores de altura, con cotas que arrancaban en los 1600 hasta la más que respetable marca de 3100 msnm. Otra de las novedades en cuanto al la distribución fue que, en vez de que cada participante mostrase lo suyo, se los unió por varietales. Asi que si uno quería probar Malbec, por ejemplo,  podía echar una mirada a lo que cada bodega había hecho con la cepa.

 

Entonces, con la sed controlada y una muy buena opción de catering para «hacer base», solo quedaba dedicarse a probar lo mucho y muy bueno que se había descorchado.

 

Parece gracioso, especialmente para los especialistas, que uno termine tomando cosas que ya conoce y le gustan contra la curiosidad profesional que debería guiarnos rectamente en este tipo de reuniones. Eso comentábamos con Alejandro Martorell, responsable de los potentísimos Altupalka. E, incluso en su caso con un  agravante (o un gran piropo, si se quiere), hasta su propia esposa estaba bebiendo los vinos de su bodega. Convengamos que, aunque todo lo suyo es bueno, es difícil resistir la tentación de volver a degustar su Malbec Extremo, un tinto de Tacuil producido a nada menos que 2590 metros.

 

También estuvo presente Lucía Romero, Directora de El Porvenir, una bodega que, a juicio de quien suscribe, se ha beneficiado mucho con su cambio de estilo. Hablamos de su atípico Chardonnay, pero probamos in situ su Laborum  Torrontés Single Vineyard con el agregado particularísimo de haber sido fermentado en barrica de roble americano con la intención de sumarle complejidad y estructura. Fueron de la partida, además,  los jugosos tintos de la línea, más los blends Amauta.

 

Como siempre Finca Quara presentó una amplia oferta con varias etiquetas de su Alpaca, más los clásicos Single Vineyard en sus elegantes botellas con la llama dorada. En el Ballroom del Faena estuvo también el amigo Fernando Maurette con los vinos de Tukma. Resaltaba su Gran Torrontes 2013 junto a una mención especial para su Sauvignon Blanc, pletórico de arvejas y espárragos (cultores de la cepa «a la chilena», abstenerse)  que, si bien proviene de la cercana Jujuy, cumple ampliamente con la convocatoria del salón puesto que lo producen a 2670 metros.