Todo cambia

El desembarco de Georges Kern al frente de Breitling ciertamente hacía esperar cambios en la manufactura. Luego de una muy exitosa gestión al frente de IWC no debería ser sorpresa para nadie algún audaz golpe de timón en la casa de la «B» alada. Pues bien, ya hasta el logo ha quedado trunco.

 

Podría decirse que modificar un logo es un asunto relativamente menor (que en opinión de quien suscribe no lo es) pero el lanzamiento insignia de Breitling habla a las claras de los nuevos aires que campean allí. El punto es que la nueva gestión decidió presentar cinco versiones de lo que graciosamente bautizaron Navitimer 8. Para los que no estén familiarizados con la marca estamos hablando de uno de sus modelos más tradicionales y emblemáticos cuyo diseño fue reconocido entre los 50 más pregnantes del Siglo XX.

 

Y el punto es que esta nueva serie de Navitimers solo comparte el nombre de su ilustre predecesor. Por empezar le fue extirpada su icónica regla de cálculo (que por supuesto era astronómicamente difícil de usar) un innegable rasgo del perfil de este clásico y enorme favorito de los aviadores de los últimos 50 años. No es que los nuevos modelos no sean atractivos, que sí lo son, sólo que dejan claras muestras de la intención de hacerse de un prestigio prestado, arrastrando el nombre de su propio ícono en una suerte de equívoco que no fue en absoluto bien recibido por la afición.

 

Estos nuevos Navitimers dicen basarse en el concepto Huit Aviation Departament, un standar pensado principalmente para pilotos de aviación militar. El huit (ocho en francés), menta la reserva de marcha de aquellos primeros cronógrafos, ideal para los tiempos de vuelos de los pioneros. De cualquier manera los nuevos ejemplares cuentan con diversas reservas de marcha que van de las 40 a las 70 horas. El resultado es un modelo con aspecto vintage, atractivo pero que se podría confundir tranquilamente con más de media docena de sus competidores. Claramente se busca comenzar a limitar el tamaño de los relojes de la manufactura con la mente puesta en el mercado asiático en general y el de China en particular. Allí se buscan relojes menos onerosos, más pequeños y, definitivamente, sin la bella impronta aventurera de los gigantescos Navitimers de antaño.