La doma de la bravía

Como supo experimentar en carne propia el bueno de Bautista, hay caracteres que llevan su tiempo doblegar. Claro que sólo es una fábula que viene  a cuento de cepas presuntamente irredimibles y que, en nuestra primavera de doncellas empoderadas, le hubiera valido la cancelación al propio Shakespeare. Tal es la fama que ha sabido ganarse el Tannat fungiendo, además,  como varietal insignia de nuestros hermanos del vecino Uruguay.

 

Porque convengamos que entre nosotros reina un ombliguismo bastante cómodo que hace que no nos aboquemos mucho a tratar de ver, entender o siquiera probar, los vinos que se hacen al otro lado del Plata. Para ampliar un poco más nuestra educación sentimental de tan noble bebida bien puede servir la historia y las etiquetas de la Familia Deicas. Por tanto vamos a desovillar el tema del Tannat y otras incursiones de la bodega cruzando el charco con su winemaker Santiago Deicas. Aquí compararemos notas basándonos en dos versiones de la cepa charrúa por antonomasia y hasta un Malbec que la Familia produce con viñas centenarias en Luján de Cuyo.

 

«Nosotros venimos trabajando mucho el Tannat poniendo el foco en la expresividad aromática, haciendo un esfuerzo bastante importante en lo que a calidad de taninos se refiere, sobre todo al momento de la extracción en bodega– arranca el winemaker- el punto es que, plantando en una zona costera (tanto de la costa Atlántica como del Río de la Plata, que cuentan con una meteorología similar) se logra la maduración con temperaturas bajas lo que permite a la planta desarrollar a pleno sus taninos y polifenoles especialmente en la cáscara. El Tannat tiene tanta concentración de taninos en sus tegumentos, que alcanza para extraerlos de allí obviando tomarlos también de las semillas. Esto redunda en maceraciones que favorecen esa extracción, que produce taninos más dulces y suaves. Evitamos la dureza típica del Tannat con técnicas de maceración novedosas y bastante jugadas, que confieso que fuimos descubriendo por gusto y un poco por casualidad luego de mucho experimentar. Esto nos permite cosechar más temprano, posibilitando ventanas aromáticas mucho más intensas en los perfiles frutales, florales y minerales

 

Buen ejemplo de esto podría ser su Atlántico Sur Tannat Reserve 2017. Se trata de un 100 x 100 con aportes de Maldonado, Canelones y San José y que comparten una lejanía no mayor a los 30 km del litoral marítimo. Con todo el protagonismo de las pieles del que se ha hecho mención no sorprende la intensidad de color, en la gama de un violeta con reflejos de ala de cuervo. Invita a una cierta memoria por extrapolación dado que se siente muy representativo de su varietalidad en abstracto al reconocer notas bien de Tannat pero sin las rispideces también muy representativas. Es como una suerte de Tannat de la Caverna Platónica, que parece reflejar una idea original de un tinto primigenio. Hablábamos de un color que también parece renegar de la madera y la guarda puesto que aquí campea la nota límpida y fresca, fruta presente y flores.

 

A renglón seguido pasamos a su Single Vineyard Malbec Mendoza 2018. «Tuvimos la oportunidad, con esa locura que tenemos nosotros de intentar desarrollar diferentes zonas, de experimentar y probar primero elaborando uvas de un francés a quien finalmente terminamos comprándole el viñedo– recuerda DeicasNo podemos creer que tenemos viñas en Perdriel, Luján de Cuyo plantadas hace cien años. Ese perfil de plantas tan añosas nos permite conseguir un gran balance entre acidez y taninos con un perfil un poquito más apuntando a la guarda, menos empalagoso. Mucho más austero, podríamos decir.» Este Malbec también es muy presente de color, con la madera bien integrada. En la primera nariz hay mucha nota frutal quizás demasiado exuberante, algo atropellada. Ciruelas ácidas y una marcada nota verde. Tal vez habría que dejarle un poco más de botella.

 

Finalmente llegó el turno del Preludio Barrel Selected Red Wine 2015. » La idea fue crear un Gran Vino de Guarda y creo que fue posible merced a la influencia del Atlántico,  muy similar a la que se da en Bordeaux– comenta el winemaker- la dinámica de temperaturas y de humedad contantes, incluso durante la vendimia, nos permite mantener un PH bajo con buena acidez natural y una cantidad de alcohol balanceada puesto que si estuviera alta no sería lo más aconsejable cuando se busca un perfil longevo.» Todo en este assemblage regio apunta en ese sentido. La elongada botella marrón con el escudo en metal y esmalte de la Familia Deicas junto a los aportes que hacen, según la añada, las cepas y los terroirs más destacados de la bodega. Hablamos de una 600 barricas selectas que luego quedarán limitadas a sólo un par de cientos. Cada añada es importantísima puesto que las mezclas difieren con cada edición aunque siempre cuentan con una porción mandataria de Tannat más los aportes de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot. En la que nos tocó degustar había dos notas, cual toques alquímicos de sendos pellizcos de un 1% de Marselán y Syrah. Es un vino de abolengo pero muy afirmado en la frescura y la vivacidad de este Tannat tan mentado, con terciarios que explotan de chocolate amargo, tabaco, cuero e higos turcos.