Hay códigos

Tratando de hacer caso omiso de la primavera Finca Buena Vista presenta su reformulada línea de espumantes. Es que la Familia Porolli, que por cuarta generación viene dedicándose a las vides entre Mendoza y San Juan, se suma a la cruzada de desestacionalizar su consumo. En un momento en que se busca igualmente volver más amistosos incluso a los ejemplares tranquilos, los espumantes de Omertá quieren desmarcarse del indeclinable sino del brindis como única ocasión de consumo.

 

«Entendemos que ya los vinos han atemorizado un poco a la gente con la explosión de etiquetas, catas y un conocimiento de cepas casi mandatario – comenta Alberto «Tuti» Porolli, Gerente Comercial de la bodega- hay todo un público, especialmente entre los jóvenes, que siente al vino como algo que exige cierto entendimiento previo a la hora de abordarlo. Y si eso se puede ver entre los vinos tranquilos, ni qué decir de los espumantes que para muchos están abocados específicamente a brindar por algún acontecimiento o por las fiestas de fin de año.» El tema no está fácil dado que los espumantes tienen una marcada tradición a ese respecto y hay que reconocer que no contamos con la costumbre de beber espumantes con la comida.

 

Sin embargo los Omertá (que no se hacen cargo de sus sonoridades mafiosas y prefieren ceñirse a la idea del más profundo entendimiento y confianza entre los miembros de una familia) se prestan a dar batalla a la hora de proponer nuevos momentos para el disfrute de las burbujas. Hablábamos de códigos de familia y esto no es caprichoso puesto que desde que llegó a Cuyo Francesco Campodónico en 1892, se han sucedido cuatro generaciones con un Porolli en cada estamento de la bodega. Esa misma tradición es la que también garantiza un conocimiento cabal y el hecho de disponer de uvas propias de calidad, específicas para cada etiqueta, tanto en Mendoza como en San Juan.

 

Ya desde el arranque del trío de ofertas de Omertá se nota un crescendo que empieza haciendo base para después ir ascendiendo con propuestas cada vez más elaboradas. Pero siempre con un concepto claro de lo intenta darle al consumidor cada etiqueta.

 

Comenzamos con el Omertá Extra Brut. Con uvas provenientes de Junín, San Martín  y Rivadavia, en el este mendocino, se presenta con una mezcla poco habitual de Chardonnay y Chenin a partes iguales. Nos comentan qué, precisamente éste último, tuvo una cosecha muy sana debido a la escasez de lluvias y que ademas concentró con pocos racimos. El Extra Brut fue elaborado por el Método Charmat en tanques de acero inoxidable de 3000 litros y con un paso de seis meses sobre lías. El resultado es una espumante amarillo verdoso, de burbuja fina, con gran frescura, fruta crujiente y algo de flores. Es ideal para abrir el juego y es el que más se presta para aperitivo o como complemento de una picada.

 

En el siguiente escalón llega una de las novedades. Se trata de un Brut Nature donde empieza a verse un claro cambio en la paleta, que gira hacia un tono salmón con brillos dorados. En su composición se dan cita un 40% de Chardonnay, 30% de Chenin y 30% de Pinot Noir. Ese color es claro reflejo del aporte de la cepa tinta y de una mayor madurez puesto que aquí se recurrió al Charmat Lungo que, como su nombre lo indica, duplica el tiempo de contacto con las borras. Ademas en éste caso se sumaron otros seis meses de estiba en botella antes de salir al mercado. El resultado es un espumante más complejo, con notas de manzana verde,  buena astringencia y un fondo cremoso que lo habilita para pasar de los entrantes a los principales sin solución de continuidad.

 

Finalmente llegó el turno de otro recienvenido, también Brut Nature pero Método Champenoise. Aquí la vara se pone más alta ya que por su propia elaboración arrancamos hablando a 24 meses sobre lías más otro medio año de botella. La composición es 50/50 entre Chardonnay de Finca La Germania en Sierra Pie de Palo en San Juan y Pinot Noir de la zona de Ugarteche, Mendoza. Estamos hablando de un espumante de color salmón neto, bien cremoso y con notas de frutos rojos en el largo de boca (cereza y frutillas) con una estructura que se le atreve a una cocina suculenta.

 

Tres opciones, tres creaciones y un solo objetivo: desacralizar las burbujas y encontrarles nuevas ocasiones para disfrutarlas cada día.