Franc

Como con su coterráneo el Malbec, al Cabernet Franc no sé si se puede decir que le fue mejor, aunque cuando menos ciertamente le fue distinto después de cruzar el Atlántico y enfilar para esta provincia del mundo que es la Argentina. Papá del celebérrimo Cabernet Sauvignon, al Cabernet Franc le tocó llegar a nuestros secanos para escapar de su sino como armador de Blends. Aunque en algunos lugares del Valle del Loire que lo vió nacer se lo presentaba en forma independiente, sus más grandes éxitos llegaron cuando el Cardenal Richelieu decidió llevarlo al propio corazón de Bordeaux donde brillaría haciendo equipo en diversos Grand Cru. Tan agradecidos le quedaron al malo de los Tres Mosqueteros que el día de la cepa fue dedicado a su fallecimiento.

 

Calentando motores para este 4 de diciembre del Año de la Pandemia vamos a aprovechar para hacer una semblanza de cuatro ejemplares de la cepa que, además, comparten la añada 2018.

 

Arrancamos nada casualmente con el La Celia Pionner Cabernet Franc. Como claramente los marca el nombre de la serie a esta bodega le cae muy bien el sayo de pionera e incluso fue quien, apenas doblando el codo del nuevo milenio, presentó la primera versión neta de la cepa. «Te diría que la gran diferencia con el Cabernet Sauvignon es en boca– arranca la enóloga de la bodega, Andrea Ferreyraademás de su estructura de taninos. Yo lo siento como una dona, una construcción con un vacío en el centro. Sin embargo esa misma característica lo vuelve muy interesante a la hora de armar en ese espacio interior. La cosecha 2018 fue un poquito cálida, así que haber conseguido perfiles frescos y vegetales dentro de toda su paleta para nosotros fue un gran logro.» Frente a la copa nos encontramos con esa impronta vegetal, con pirazinas más verdes y tioles con toques de hoja de tomate. Este ejemplar consigue representar su origen de La Consulta y apuesta a llamadas más centradas en lo vegetal redondeadas con una acidez elegante.

 

Nuestro segundo participante viene de Gualtallary con un sesgo de Potrero. Es que a Belén Soler Valle y a su marido,  el ex defensor Nicolás Burdisso, les fue tan bien con su Blend Debut, que decidieron darle un espacio solista que arranca en la línea Reserva con esta primera edición 2018. «En nuestro primer vino de 2014 el Cabernet Franc era una punta que se destacaba– cuenta Belénera una presencia que todos reconocían, bien de Gualtallary. Incluso Bernardo Bossi Bonilla, nuestro enólogo nos propuso en su momento presentarlo en corte, pero nos entusiasmaba al punto de insistir en que se mandara solo.» Como ya habíamos comentado columna arriba, claramente el Franc es un varietal que funciona muy bien haciendo su aporte en equipo, pero también es plástico, muy bueno para reflejar terroir. Así que la prédica de esta bodega, que gusta de parangonar terrenos y potreros, no podía dejarlo sin la ocasión de que se convirtiera en héroe de su propia historia. Aquí tenemos otra variante, más generosa en el perfil, donde la pirazina claramente decanta hacia el pimiento rojo. El aporte de la barrica suma a un estilo muy pero muy bebible.

 

Barrancas, en la zona de Maipú, ha sabido forjarse una historia con vaivenes que, luego de momentos de apogeo, también conoció quedar  relegada. Prestos a volver a por sus fueros, los integrantes de Abito proponen un Cabernet Franc con entre 12 y 14 meses de paso por madera. «El tanino dulce, redondo en boca es una característica típica de esta zona– aporta Sergio Montiel, enólogo de la bodega- de hecho estamos prácticamente sobre el lecho del Rio Mendoza lo que brinda un perfil de mucha piedra y poco suelo, pero que funcionan muy bien para variedades como el Franc o el Petit Verdot. Aquí el manejo de la canopia podría verse casi en oposición a lo que ocurre en otras áreas donde el deshoje busca ganar exposición, aquí, merced a esa piedra omnipresente que te decía que levanta mucha temperatura, se busca proteger a la baya  para que no se pierdan las notas más sutiles.» Todos estos cuidados y atención a los detalles se notan en el resultado final. Hay un crescendo de sedosidad, con taninos amables y una amalgama de madera nueva con sólo un 20% de roble francés con tres años de secado para después seguir «sedificando«con barricas de mucho uso.

 

Franc Dupont es el simpático nombre con el que Fernando Dupont ingresa con su apuesta al varietal neto. Como de costumbre este Cabernet Franc de extrema altura se desmarca con una propuesta que al igual que la de sus hermanos nació condenada a quebrar stock. Es un hecho que las creaciones de este pionero de Aimará, en la novedosa IG de la Quebrada de Humahuaca, suelen ser muy acotadas en número de ejemplares, pero también es cierto que produce vinos que llaman la atención y que nunca se desmadran con el precio. «Creo que, ya desde la contraetiqueta, trato de ser lo más escueto posible – sostiene Dupont- puesto que pienso que el Cabernet Franc es una cepa que habla por  sí sola. Tiene una estructura que podría considerarse por ahí algo rústica, que impacta con un fondo «picante» en las papilas, pero creo que eso es algo que el consumidor que se vuelca a este varietal está buscando.» Este ejemplar llama la atención ya desde su etiqueta (con arte de un pintor local y haciendo foco en el motivo del cardón) hasta los rotundos 2500 metros en los que medran sus viñedos. Aquí se le ha permitido a las bayas crecer en un ciclo larguísimo (fueron cosechadas a finales de abril) y se les han dado otro descanso de 15 meses de barrica. Como suele pasar con todas sus creaciones los vinos que allí se producen poseen una impronta única y distintiva. En este caso arrancando con una nariz inédita de granada, con ese espíritu pungente del varietal, girando ya en boca hacia la ciruela y el fondo de especias. Preso de su propia dinámica me atrevo a soñar con cómo será una guarda que habrán de testimoniar bebedores menos apremiados que quien esto suscribe.