Claramente el oficio de bodeguero tiene un encanto innegable dado que parece ser, en el camino profesional de muchos, solamente un boleto de ida. Es muy curioso supongo, porque en mi basta experiencia en el rubro jamás me pasó de enterarme, que quien se dedique al vino decida un buen día largar todo y ponerse a estudiar arquitectura. Y, sin embargo, el camino inverso parece lleno de ejemplos. Si no vean como un economista exitoso como Guillermo Banfi decidió ser él también parte de esta alquimia maravillosa.
Luego de formarse y trabajar en Estados Unidos, Banfi emprendió el regreso con la idea de sumarse al boom de la viticultura nacional. El puntapié inicial lo daría en 2002 como co-fundador de la bodega Cinco Tierras para, apenas tres años después, saltar al proyecto en solitario con la creación de Sur de los Andes. Y llegar hasta la fecha donde junto a su winemaker, el joven y talentoso crédito mendocino Pablo Durigutti, presentaron algunos de los mejores exponentes de la bodega en su versión 2010.
La cita fue organizada por los amigos de Wine Spotters, encargados a la sazón de la distribución de sus vinos, en el espacio más que local de Andrés Rosberg y Ed Holloway vulgo UCO Restaurant.
«En los tres casos que vamos a probar hoy no habría que destacar únicamente el rinde por hectárea, algo que en sí mismo puede que no dé una idea completa de cuán específico es el manejo de esos cuarteles– dice Durigutti– en estos caso nos encontramos con tres vinos que no sólo pertenecen a parcelas productivas de bajo rendimiento sino que también tenemos que tener en cuenta cuantas plantas, dentro de ese esquema, se utilizan para hacer una botella del vino en cuestión. Veamos por ejemplo la primera etiqueta que probamos. Este Premium Blend Malbec Cabernet Sauvignon es un corte 50 y 50 con uvas de Agrelo y Tupungato. Lo destacable es que para una sola botella se han utilizado la carga de dos plantas. Otro tanto sucede, guardando un orden progresivo con el Gran Reserva Cabernet Sauvignon y nuestro vino ícono, el Infinito Malbec, para los que fueron necesarias tres y cuatro vides, respectivamente.«
Todos estos tintos de Sur de los Andes se benefician de la oxigenación , si bien no al punto de la decantación mandatoria. Esto quedó en evidencia con la copa de bienvenida con el blend y su posterior emparejamiento con unas mollejas como sólo la gente de UCO te puede brindar que notaba una apertura atendible. Para el Gran Reserva Cabernet Sauvignon llegó otro de los puntos fuertes del restaurant, un arroz seco de estación con conejo. Finalmente el icónico Infinito Malbec acompañó un ojo de bife glaseado y se estiró hasta los postres cerrando este amable reencuentro de los tintos de la clase de 2010.