De precisión

Definitivamente atrás quedaron los tiempos en que el vino se hacía bastante como salía para luego ser «corregido» en bodega. El punto crucial de la realización de este noble producto se ha ido desplazando en forma bastante contundente hacia la viña, el suelo y sus frutos. Dentro de estos parámetros medran con elegancia los vinos del binomio Bonomo-Montiel, a la sazón esposos en la vida real.

 

Con un derrotero de apenas una década esta bodega se dedica a ofrecer partidas muy limitadas con un producto de calidad aprovechando la sinergia ideal entre la ingeniera agrónoma Valeria Bonomo y Sergio Montiel, su marido enólogo. Más allá de su propia relación ambos han compartido trabajos con otros importantísimos jugadores de la industria como los también 10 años que pasó Valeria en Viña Cobos y la larga asesoría de Sergio con sus anteriores responsables en diversos proyectos.

 

«Nuestro emprendimiento nace en 2010– cuenta Sergio Montielhicimos 1500 botellas de un Malbec que venía de un parral orgánico en El Peral, en Valle de Uco. Fue nuestro primer ensayo y de ahí fuimos creciendo de a poco, aumentando las cantidades y sumando también varietales. En 2013 presentamos el primer Cabernet Franc y dos años después el Sauvignon Blanc, del cual hay dos versiones, uno seco y otro dulce natural. Y cerramos el portfolio con un espumante Rosé de Pinot Noir. Compramos uvas que vienen de distintas zonas del Valle de Uco. El Malbec y el Cabernet Franc de las añadas que están ahora en el mercado provienen de La Arboleda, en Tupungato y el Sauvignon Blanc de Paraje Altamira. Por eso decimos que nuestros vinos son originarios del Valle de Uco aunque eso va a cambiar en el futuro cercano porque estamos evaluando sumar uva de Agrelo y tal vez de Las Compuertas

 

«Ahora estamos produciendo unas 15 000 botellas al año– continúa el enólogoun tercio de Malbec, unas 4000 de Cabernet Franc y partidas de 2000 para el resto del portfolio. Los consideramos vinos de autor, de pequeños volúmenes y de alta precisión. Aquí vale aclarar que, si bien compramos uvas de terceros lo hacemos de parcelas seleccionadas donde estamos en el día a día siguiendo desde su maduración hasta elegir el momento en que se las vendimia. Por ejemplo en el caso del Sauvignon Blanc buscamos que esté por debajo de los 13º de alcohol, que ofrezca fruta blanca y que no tenga algunas notas más salvajes como las típicas de ruda. Para los tintos estamos más inclinados a una madurez elevada, con vinos que coquetean con los 15º. Con buena concentración, tratando de que el tanino termine de madurar bien en la planta para que luego no surjan aristas en el vino. A esto le siguen 12 meses de paso por roble y nosotros le sumamos siempre otros 6 meses de estiba en botella antes de sacarlos al mercado

 

Dentro de la oferta de Bonomo Montiel pudimos probar tres de sus principales protagonistas. Abriendo el juego con su Sauvignon Blanc 2020. Como comentaba su co-autor, aquí se busca una preponderancia clara de la fruta en un vino de un blanco límpido, vibrante con tonos alimonados. En la primera nariz hay flor, fruta blanca y un fondo de cítricos donde se destaca el pomelo. Los tonos herbales están sólo para aportar frescura y se siente la mineralidad que aporta una ligereza bien típica de los blancos de Paraje Altamira. Como comentaba su enólogo se busca obviar las notas más ásperas de la cepa y apostar por un perfil que a quien suscribe le recordó las versiones de Casablanca sólo que con un toque ligero y calcáreo que allende el Ande no se consigue. Luego fue el turno del Malbec 2018. Buena concentración pero siempre primando la elegancia. La carga alcohólica está muy bien manejada puesto que aporta pero no atosiga. También buena fruta negra (como su tono) higos y chocolate amargo. Finalmente llega el Cabernet Franc 2017, al que  no se le notan en absoluto sus tres años de botella. Tinto brioso, oscuro y muy bien plantado. Hay pirazina pero más de pimienta negra que de ají morrón. Tanto él como su hermano morocho provienen de La Arboleda en Tupungato. En esta añada es 100 x 100 de la cepa, contra otras versiones que han tenido aportes mínimos (3%) de Petit Verdot. Este ajuste sí se dió en el Malbec donde el Franc redondeó también con la misma mágica proporción.