16 cuadras más

Grandes cultores de la síntesis, a los sajones se les suele dar muy bien la construcción de frases idiomáticas breves y contundentes. «Go the extra mille» se nos viene a la cabeza cuando pensamos en la nueva creación de Pol Lykan junto a su socio Daniel Rigueras. Vecinos que se conocieron en la primera encarnación de Freud & Fahler uno como cocinero y el otro como habitué fueron fomentando una amistad que devino sociedad y fructificó en un nuevo espacio para el barrio: Overo Bar (Nicaragua 4583).

 

Ese «hacer la milla extra» se traduce en estar siempre dispuesto a dar un poco más de sí, de ir más allá de los objetivos de mínima y se refleja muy bien en este emprendimiento que no se queda en ser una reinvención, término tan tristemente célebre a quien sabe ya qué altura de la pandemia. «El inicio de la cuarentena por supuesto fue un cimbronazo para Freud & Fahler, pero además de la mera subsistencia también me clarificó mi propia relación con el trabajo y con mi casa– comenta PolMe vi de pronto compartiendo muchos más momentos con mi hija y entendiendo que, si retomaba el régimen que conlleva manejar un restaurant esos momentos volverían a perderse. Un poco haciendo de la necesidad virtud ese parate obligado me ayudó a replantear hacer algo nuevo, pero que además fuera diferente y me posibilitara otro tipo de relación con mi trabajo.» Así fue que, ademas de decidir cerrar Freud & Fahler Lykan comenzó a barajar nuevos proyectos y Overo resultó uno que, cuanto más lo hablaba con su socio, mejor sonaba. «Soy amante de la buena mesa y del vino, de hecho eso fue lo que me llevó a cruzarme más asiduamente con Pol, aparte de ser del mismo barrio y de que nuestras familias se conocieran– toma la posta Daniel –  Por eso creo que la nuestra fue una alianza que decantó con facilidad y así fuimos afiatando los detalles del tipo de espacio que queríamos crear. Claramente lo que buscamos fue ofrecer algo que nos gustara a nosotros, para empezar, y que le diera a los vecinos y cualquier otro visitante del barrio, las opciones que nos parecían interesantes

 

La idea entonces fue crear un punto de encuentro para los amantes del vino, que sería el principal protagonista en un espacio pensado para el disfrute. Lo primero fue la ubicación, el bar está justo enfrente de la Plaza Armenia en pleno Palermo Viejo lo que asegura aire y una vista privilegiada. Además de contar con amplios salones, puesto que en algún momento allí funcionaba un hotel boutique. Entonces se dividieron esos segmentos entre los de acceso común y los que habrían de ser un plus para los socios de este club de vino. «Nos interesan los detalles que hacen de un lugar algo destacable y la música no podía estar ausente, pero también éramos conscientes de que si bien es un excelente complemento para crear ambiente muchas veces está demasiado fuerte e imposibilita la charla– explica Danielpor ello no sólo utilizamos un sistema de audio de grado profesional sino que tratamos acústicamente techos y paredes y el resultado es una producción de sonido de calidad pero que nunca resulta invasiva.» También se ocuparon de algo más con el tema música, pero no nos adelantemos.

 

En la planta baja se encuentran los espacios comunes, a los que cualquiera puede acceder. Hay cavas y racks para vino por todas partes. La consigna es darle espacio a la producción nacional, haciendo hincapié en los buenos vinos de pequeños productores pero sin renegar de los clásicos y para muestra basta la cava de Patagonia. Allí se encuentran ejemplos muy asequibles de la línea joven de Marcelo Mirás, los clásicos de Canale o los Otronia, la última joya del Paralelo 45.

 

En la oferta total son algo más de 300 etiquetas entre vinos y espumantes y se espera seguir sumando. Además hay un detalle totalmente destacable y es que Overo vende sus vinos a valores de vinoteca. Es sabido que los restaurants tienen una política de fuerte remarcación sobre el precio de sus etiquetas y el optar por otra alternativa es algo que vuelve super amigable comprar y beber allí. Todas se venden por copa y en este servicio se sigue poniendo en evidencia la concepción del proyecto. La medida son unos generosos 150 ml, más en la saga de los vinos por copas de acompañar gastronomía que los hiper precisos servicios de un dispenser de Wineemotion.

 

«Vendemos buenos vinos para que la gente pueda apreciarlos y por eso queremos ser promotores del consumo responsable además de brindar la mejor experiencia posible– continúa Rigueraspor eso todo nuestro servicio de cristalería es Riedel y tenemos nuestra propia agua, AQA con o sin gas que es gratuita. La idea es que nuestros clientes estén hidratados y así puedan disfrutar a pleno nuestros vinos. Además es una enorme solución eco-responsable puesto que estas máquinas están en nuestras instalaciones, no exigen transporte y vienen en botellas de vidrio totalmente reutilizables

 

De los salones de la planta baja acceso directo a unos de los protagonistas de Overo. Hablamos de una amplia terraza que da directamente a la plaza, asegurando unos atardeceres sin cuento. Allí, como en el resto de los salones, se puede consultar la carta mediante la lectura de un código QR pegado en cada mesa. Esto brinda la posibilidad de acceder a la carta virtual con todas las etiquetas disponibles (si un vino se agotó sale inmediatamente de la carta) junto a datos técnicos y notas de cata propias del equipo de sommeliers que, además, son parte del personal de servicio. Por supuesto, además de hidratados, es bueno que el hombre (o la mujer) hagan base y para ello no podía desaprovecharse el expertise de Pol Lykan. En esa misma carta se pueden ver las raciones que se ofrecen, pequeños platos con una vuelta de tuerca como los pinchos de molleja de un punto extraterreno cocidos en horno de barro o las croquetas de vegetales o queso. También para quien desee una picada más llana se encuentran disponibles charcutería y una selección de quesos de productores pequeños pero de una calidad superlativa. Por supuesto el pan es propio de Overo.

 

Hasta aquí la parte bar-gastronomía pero el plus sigue con el espíritu de club propiamente dicho. Hay catas y eventos especiales para los socios a cuya membresía se accede mediante la compra de algunos vinos al mes. Entre la entrada y la terraza es donde se hace esta diferencia que suma y sigue. Hay una sala con una enorme mesa de timbó de cinco metros donde caben cómodamente 16 personas rodeadas por paredes repletas de vinos. Este espacio se puede reservar para reuniones, catas o simplemente juntarse con amigos a disfrutar de un buen vino o un espumante. Otro de los features especialísimos es un microcine con cómodos butacones de cuero donde se pueden ver películas en grupo o algún partido definitorio, siempre bien provistos de un tentempié y una copa. Y finalmente la sala de música. Allí campea un sistema de audio que puede tocar vinilos, CDs o cualquier otro soporte. Pocas cosas explicitan más claramente el espíritu de toda la propuesta como el que hayan elegido completar la ecuación con unos bafles Yamaha de 1978, reconocidos por los melómanos del mundo como los mejores de todos los tiempos. Es así, son otras 16 cuadras y aquí parecen estar gustosos de recorrerlas.