Una primavera parisina

El sayo de capital más europea de las Américas no solo nos viene por la impronta arquitectónica. Nuestra cultura culinaria ha sido fuertemente influenciada por el Viejo Continente y, dentro de sus protagonistas, los galos han sabido ganarse desde siempre un lugarcito tibio en nuestros corazones (y también en nuestros estómagos, que duda cabe). La Rêve viene a reivindicar ese espíritu de embajada parisina en Palermo con una propuesta tan elaborada como bien resuelta.

Nicolás Calderone supo hacer sus armas gerenciando restaurantes de aquí a Los Angeles, pero fue un enamoramiento como de rayo lo que lo fulminó al recalar en el Hotel Costes en lo que sería la semilla de su emprendimiento más personal aquí en Buenos Aires. Aunque el timing no fue de lo más auspicioso al abrir a nada de que se declarara la pandemia, ese mismo tour de force le dió las herramientas para, una vez superado ese impasse, arrancar con todo.

Le Rêve es un pequeño bistró de 30 cubiertos de ambiente íntimo con una exquisita atención al detalle reflejada en la vajilla o la cubertería de plata sellada más una barra antigua de madera y mármol con el Tigre como responsable. Desde allí se despachan clásicos revisitados para ir entrando en materia o para acompañar las tablas de quesos y charcuterie selecta.

Sin embargo la apuesta fuerte viene por la mesa hecha y derecha junto a una carta de vinos acotada pero muy a la altura. El responsable de la cocina es nada menos que Rodrigo Da Costa, reconocido por su paso por un reality de la especialidad pero aún más por su participación en equipos como los del Hotel Llao Llao, el Park Hyatt Buenos Aires o los franceses Virtus y Mirazur, este último del insigne Mauro Colagreco.

Para muestra baste la recién inaugurada carta de primavera. Justamente por recurrir a una cocina de estación aquí la disponibilidad de ingredientes de temporada es capital.

Para empezar, además de las antes mencionadas tablas para picar podemos inclinarnos por alguno de sus entrantes como un Paté de Foie recubierto de chocolate blanco con lavanda. Aquí surge una grata sorpresa al ver que el chocolate fue trabajado de modo de aportar suavidad y untuosidad pero no dulzura. Completan el plato piezas de pan de especias en tostaditas e hinojo. Otra recomendación especialísima para el Pejerrey en emulsión de almendras y ajo junto a unas lonjas hiper frescas de pepino y manzana.

El manejo excelso de la pesca también se estira hasta los principales donde destaca la Pesca del día montada junto a arvejas, tomates y jengibre todo salseado en vivo y en directo con un sabayón de chardonnay de gran sutileza. Siguiendo con los principales no podemos dejar de nombrar el Solomillo en cenizas de puerro acompañado con distintas texturas de maíz, gel de chimichurri y crema ácida.

A los postres llega una french toast de tres leches con ganache de canela. O una Panna Cotta de manzanilla con base de salsa inglesa de lemoncello, crumble de avena y las mismas flores que, por supuesto, se comen.