Las bondades de su clima, la ventaja de tener un paisaje en altura sin los rigores de la alta montaña y la calidez de su gente han convertido a Córdoba en un destino con peso propio. Pero claro que la parte más conocida de su propuesta está, ante todo, vinculada al turismo de corte familiar.
¿Y que pasaría si contamos que, además de ello, existen alternativas de turismo de lujo, con espacios con una propuesta sofisticada y que pueden justificar reuniones de negocios, un ámbito exclusivo donde despuntar el vicio del golf o incluso armar una escapada romántica?
A cerca de una hora en auto de Córdoba Capital se encuentra Ascochinga, y allí un casco de estancia de cuento de hadas: Pueblo Estancia La Paz. Esta distinción en el nombre no es caprichosa ya que refleja una de las facetas principales del emprendimiento: La posibilidad de comprar un terreno dentro de sus 501 hectáreas y de las cuales poco menos de la mitad están destinadas al loteo. Esta ecuación habla a las claras de la intención de conservar el estilo del lugar.
Y no sería para menos. La Paz fue creada en 1830 por la familia Funes y sería Clara la encargada de conquistar el corazón del presidente por partida doble Julio Argentino Roca. Fue justamente con este personaje que la estancia encuentra su cenit. A él se deben los regios adornos e incluso existe la suite homónina donde se replican buena parte de los arreglos originales. También da para pensar cómo se las gastaban los representantes de la Generación del Ochenta. Es muy llamativo que, ademas de contar con algo tan novedoso que entenderíamos casi como un baño moderno, el mismo poseyera una ventana estratégicamente diseñada para que Roca no dejase de ver en ningún momento a quienes se acercaban a su propiedad.
En la actualidad tanto el casco principal como otras construcciones dependientes dan albergue a las pintorescas 14 habitaciones de este verdadero hotel boutique.
Aprovechando un paisaje soñado (que también se benefició con los buenos oficios del celebre paisajista Carlos Thays, que diseño el parque y los jardines de La Paz en 1901) el emprendimiento cuenta con una cancha de golf de 18 hoyos.
Entre los detalles naturales se destacan el cruce del Río Ascochinga y el pequeño lago artificial que se forma en la parte trasera del casco y que suele ser utilizado como fondo y marco de diversos eventos. De hecho es muy común que se lo elija para casamientos, siendo la suite Clara Funes la preferida de las novias.
Como una propuesta de estilo no podía privarse de una vis gastronómica, el hotel cuenta con el Restaurant 1830, donde ademas de los platos de la carta se pueden llegar a apreciar maridajes con vinos de calidad que se desmarcan de la propuesta típica de la cercana Colonia Caroya, como los que produce Nicolás Jascalechich con su bodega Noble de San Javier.
Entre el anecdotario se destacan varios visitantes ilustres. Aunque pocos tan asiduos como John Fitzgerald Kennedy. Mucho antes de siquiera pensar en arrancar su legendaria vida política ya había comenzado otra inclinación no menos legendaria: la de sus aventuras galantes. El punto fue que se quedo prendado de la belleza de una joven de la sociedad cordobesa. Y repitió sus viajes siempre con la intención de ver correspondidos sus avances. Pero la historia cuenta que, pese a todos sus empeños, la señorita en cuestión jamás respondió que si. Dicen que, al mejor cazador…