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Aunque la incipiente «nueva normalidad» que todavía no nos alcanza parece decretar un parate en muchos rubros de la actividad planetaria, la alta relojería se permite sus novedades. En este caso casi podríamos decir que por partida doble ya que el Anywhere de la también novísima Krayon ha hecho su debut apenas con la tercera creación de la manufactura.

 

Nacida de la creatividad de Remi Maillat, un joven ingeniero que arrancó en la industria por todo lo alto presentando en 2018 su primer guardatiempo, Everywhere, una pieza que contaba con una hipercomplicación que le permitía marcar los momentos del amanecer y la puesta de sol en cualquier lugar del planeta y que le valiera el premio a la innovación en el Grand Prix d’Horlogerie de Ginebra.

 

A conciencia pura, como dice el tango, la nueva manufactura entendió muy bien el espíritu de unicidad e hiperpersonalización de ciertos coleccionistas y ha pasado estos últimos tiempos realizando un par de piezas al año. Finalmente el mes pasado decidieron mostrar su último opus, Anywhere con la exclusiva posibilidad de brindar en forma mecánica su propia efeméride. Digamos que, en vez de ponernos a ver  cuándo el sol hace su entrada o se retira entre bambalinas en lugares tan de convención como podría ser Greenwich, esta nueva pieza de Krayon permite setearlo al punto del planeta que uno prefiera. Como una suerte de  GMT más exclusivo (y hasta romántico, si se quiere) uno puede saber qué tan alto están el sol o la luna sobre nuestra casa o en la ciudad de la persona amada.

 

De lo general a lo particular, el Anywhere permite esa personalización astronómica apenas con un pequeño ajuste de un especialista y puede ser reformulado cuantas veces desee su orgulloso poseedor. En cuanto a la estética, presenta un perfil clásico que pivota sobre detalles de concepto, como los numerales de cono truncado que remedan la Y del logo o que la guilloche represente a un mundo con sus longitudes y latitudes como el que también acompaña la corona. Por supuesto que su gran protagonista gira en el primer anillo con un sol de oro sobre discos de zafiro pintados junto a un cielo con estrellas de superluminova que, por supuesto, brillan tenuemente en la oscuridad. Si está la tarjeta de crédito que blasona de poner el mundo al completo en tus manos, esta bella pieza propone el placer, engañosamente más módico, de poder saber a qué hora vieron amanecer o disfrutaron la gloria del crepúsculo los que quedaron guardando el hogar.