Discurso del método

Bien solían decir nuestras madres que las comparaciones son odiosas. Y hasta me atrevería a sostener, andados los años, que también pueden resultar un peligro. Especialmente cuando se trata de hacer un back to back contra los reyes de una categoría. Sin embargo la gente de Cruzat, con el prohombre de las burbujas locales Pedro Rosell a la cabeza, decidieron imponerse un desafío nada menor: ser parte de una cata a ciegas con lo más granado de la vera Champagne.

 

«No pretendemos que nuestros espumosos sean copias de los de Champagne– arranca Andrés Heiremans, Gerente General de Cruzat- de hecho elegimos el Valle de Uco por su enorme potencial en la producción de vinos de calidad. Intentamos representar las características de ese terroir de la forma más fiel posible. Pero sí nos interesa comparar a Cruzat con los representantes más acabados del método tradicional, práctica a la que nos abocamos en todos nuestros productos

 

De allí nació esta idea de catar a ciegas ocho etiquetas ocultas para ver qué tal salían paradas los nacionales. Y para la experiencia nada mejor que la guía de los dos responsables máximos de las burbujas de la marca: su director enológico Pedro Rosell y su colega y discípula Lorena Mullet.

 

«Desde el arranque les digo que podría suscitarse una diferenciación de color puesto que hay una enorme diferencia de latitud entre Champagne y el Valle de Uco– sostuvo Rosell.- y éste es un hecho que impide ciclos lo suficientemente largos como para que en aquellos se formen muchos elementos colorantes.»

 

Y sin más dilaciones nos abocamos a la experiencia de probar y puntuar cada una de las botellas sumidas en el más total anonimato merced a una funda de terciopelo negro.

 

Para empezar, en opinión de quien suscribe, las diferencias de color no parecían tan evidentes. Salvo un par de excepciones ligeramente más doradas (y que después supimos que no eran ninguno de los Cruzat) la mayoría ostentaba un amarillo pálido bastante homogéneo.

 

Andando la cata parece que a todos les costó más sacar las cuentas de los puntajes que dar su opinión sobre los vinos. Cada ficha se dividía entre Vista (consignando Limpidez, Color y Burbuja) Olfato (Intensidad, Franqueza-en la forma de expresar a él o los varietales constituyentes- y Calidad). En el rubro Gusto a la grilla anterior se la sumaba, por supuesto, Persistencia. Finalmente cerraba la compulsa un ítem sumamente zen, la armonía y el equilibrio general.

 

Cuando cayeron los antifaces nos enteramos finalmente que, de las ocho muestras tres habían sido de Cruzat. Y que, del otro lado había gigantes como Dom Perignon, Pommery o Taittinger. El punto fue que los nacionales no salieron para nada mal parados. Más allá de los números generales aquí, nada humildemente, me referiré a mis propias puntuaciones. En la general los dos Millésime que participaron quedaron en tercer y sexto lugar. Como para sumarle riesgo (o por pura diversión) el tercer hombre de la marca fue el más humilde Cuvée Nature que quedó séptimo. El asunto pasa por ver contra quiénes se vieron las caras los Cruzat. Por empezar venciendo a un Dom Perignon 2006 a quien Rosell, Mullet y algunos colegas le encontraron severos defectos (en mi caso admito que no se los descubrí) que rankeó en quinto lugar. Detrás quedó también un Pommery. Para el podio de esta interesantísima experiencia fueron primero un Veuve Cliquot con 93 puntos, un Taittinger con 91 y el Cruzat Millésime 2006 con 87 en un orgulloso y merecido tercer puesto.