Sin prisa, pero sin pausa, parece que las vides van perdiendo la timidez y se le atreven a los paisajes más diversos. Si bien la viticultura más inmediata nos remite a Cuyo y al Norte, merced a la ley que en 1934 devastó la producción de vino fuera de esas áreas asignadas, ahora sin ataduras pretende volver a por sus fueros.
La provincia de Buenos Aires viene aportando lo suyo desde las costas de Chapadmalal a las serranías de Ventania, pero sin dudas la incorporación de Campana como zona productiva ha llamado la atención de muchos.
Para celebrar el Día del Malbec la gente de Bodega Gamboa propuso un concierto de música clásica bajo la luz de las estrellas seguido de una cena de pasos con los escasísimos ejemplares que han producido apenas con un par de cosechas. «Este es un proyecto inmersivo – nos cuenta su responsable, Eduardo Tuite– Tratamos de acercar a la gente a una experiencia de la viticultura más que de armar un proyecto puramente anclado en la la producción de vino.» Formado como profesional en Turismo, Tuite supo orquestar una alternativa muy interesante para un público ávido que tal vez no cuente con el tiempo para viajar a las zonas de producción típicas.
Aquí tenemos acceso a una bodega a poco más de 60 km de la Capital con una propuesta gastronómica de excepción e incluso la posibilidad de hacerse de alguna hilera donde darse el gusto de armar la etiqueta propia. El proyecto arrancó desde cero en 2010 y recién tuvo la primera vendimia que los satisfizo en 2021 y hace un año cuenta con el asesoramiento enológico de Gabriela Celeste, reconocida especialista con más de dos décadas de experiencia timoneando el laboratorio de EnoRolland.
Decíamos que Bodega Gamboa utiliza al vino como nexo para proponer un espacio más que interesante donde se ofrecen experiencias para grupos muy acotados en un entorno inédito. La finca ocupa unas 43 hectáreas rodeadas de la Reserva Otamendi, con su bosque nativo circundante y hasta una laguna. Allí se destacan bellas construcciones como Casa Gamboa, un restaurant para 150 personas de planta abierta con su propia cava y con una amplia galería, junto a una glorieta en medio del viñedo.
Precisamente en dicho espacio fue que se armó un concierto al aire libre para celebrar el Día del Malbec con un quinteto de cuerdas con sendos integrantes de la Sinfónica Nacional y la Filarmónica del Teatro Colón. Con una noche que por suerte respetó la puesta se puedo vivir una experiencia sobrecogedora con magníficas interpretaciones en medio de la oscuridad de la noche inminente.
Pero no nos adelantemos. Precisamente antes del concierto se pudieron probar las etiquetas que ofrece Gamboa, haciendo uso no sólo de su producción local sino también de la uva que compra en diversos orígenes y que elabora en un galpón que pronto se convertirá en una bodega hecha y derecha. En el caso de los Malbecs de Campana, aún con toda humildad, podemos decir que se cumple el principio de estate. Con las copas de bienvenida pudimos probar el Gin Tuite, un destilado basado en mostos de Malbec y con algo de los eucaliptos tan presentes en el monte cercano. Incluso la bodega busca ampliar su oferta de bebidas con vermouths blancos y rojos.
Ahora si, volviendo de la glorieta fue el turno de la cena Terruño, una idea de acompañamiento entre Malbecs de Gamboa y la cocina de su resturant. Mención aparte merece la carta de Edward Holloway, un habitué de estas páginas además de reconocido restaurador de proyectos in vitis.
La cena arrancó con un entrante de tomates con queso azul más un carpaccio de bife ahumado con reducción de Malbec y aquí pudimos probar el Gamboa Malbec Campana 2021, de una tanda original de poco más de 300 botellas. Muy vibrante de color y con buena acidez aún le falta algo más de botella como para redondear la propuesta. A renglón seguido y pasando a los principales se sirvieron Malbecs de Chacayes y Perdriel que acompañaron dignamente a un regio postón de lomo con entraña ahumada.