En esta pendular provincia del mundo que es la Argentina, aún con sus bemoles, podemos seguir guiándonos por la sucesión de las estaciones. Los días más largos, templados y luminosos vuelven a traer al ruedo a los frescos vinos de un estío incipiente. Bastante hemos escrito en este espacio sobre las realidades de una oferta en este rubro, especialmente sobre la opción de los rosados, que crece y se amplía. De los pocos ejemplares de antaño a la explosión de etiquetas de la hora, cuando no de la adscripción a una estética «girlie» a la implementación de ejemplos que pertenecen cabalmente a la alta gama. Sin abrevar en tales extremos aquí vamos a reseñar a varios rosados prestos a ocupar su merecido lugar en la frapera.
Solo Contigo Primera Amante Rosado 2018: Esta novedad de Pablo Marino fue elegida para recibir a los invitados en la presentación de los nuevos componentes de la bodega Solo Contigo. Si para cualquier ejemplar el color lo es todo hay que destacar que esta nueva incorporación de la línea Primera Amante, se destaca por una tonalidad que casi cabría asociar con un naranjo. Pero no. Haciendo gala de un matiz asalmonado y broncíneo, y como el resto de sus hermanos en el entry level, aquí se vuelve a apostar por un estilo fresco y muy bebible. Según su creador se trata de un rosado de sangría de varios de los tintos de la bodega o sea Valle de Uco en general y Los Chacayes en particular. La crianza se hizo exclusivamente en tanques de acero inoxidable, sin nada de paso por madera, lo que garantiza flor y fruta. Es un vino seco y elegante, con notas de frutilla y una marcada acidez que lo vuelve harto recomendable como un aperitivo de lujo.Crios Rosado de Malbec 2019: este vino habla a las claras de juventud, la propia y la de un nombre que menta a los hijos de la matriarca de la bodega, Susana Balbo. Es también un ejemplar de sangría ( de nada menos que los Malbecs de la línea Signature) y se destaca por un carácter muy sobrio, sin la más mínima traza de sucrosidad. Posee un color bien piel de cebolla, ligeramente más claro que en sus encarnaciones anteriores. Otro de los cambios, para nada menor, es en su etiqueta, una de las primeras con la nueva impronta de la línea. Aquí queda algo de la tipografía original en el nombre pero se va apostando por cuarteles más sutiles contra la marcada imagen art decó de los primeros Crios. Hay buena estructura y un largo de boca que lo vuelve tan bueno como aperitivo como para seguir luego con la comida. Violetas y frutos rojos de ligera impronta licorosa.
Famiglia Bianchi Blend Rosé 2019: esta novísima incorporación de los Blends de Famiglia hace su entrada con una mezcla de Malbec y Pinot Noir de San Rafael. El porcentaje es 60/40 y ambos provienen de la Finca Doña Elsa. Presenta un color rosa vibrante con meniscos salmón y una acidez típica de su terroir. Este rosado se suma a la paleta propuesta por el winemaker Silvio Alberto, siempre en la búsqueda de perfiles novedosos pero que remitan a la tradición de la bodega y al estilo de don Enzo, su fundador. Se trata de un vino de perfil fresco pero con buena combinación de fruta. Hay notas más gorditas en ese apartado y una ligera pincelada avainillada. Es un claro ejemplo de vino pensado para los consumidores más jóvenes, muy fácil de tomar, pero con algunos rasgos y una estructura que le brindan una versatilidad elegante, haciéndolo apto para un buen abanico de maridajes gastronómicos y diferentes situaciones de consumo.
Luigi Bosca Rosé 2018: con apenas unos pocos años en el mercado este rosado salió a la cancha con verdadera vocación de clásico. Le ha sentado muy bien el año de botella, lo que habla a las claras de un producto ambicioso que tiene con qué y que lo convierte en una opción con muy buena relación precio-calidad. También es simpática la cita erudita parafraseando a Gertrude Stein que adorna su etiqueta. Presenta una tonalidad tela de cebolla realmente exquisita, que sólo se termina de apreciar escanciada en la copa. Es un assemblage de Pinot Noir y Pinot Gris único en el mercado con uvas propias provenientes de Maipú y Luján de Cuyo. Posee una estructura golosa, larga y compleja. Hay buena acidez, sí, pero con preeminencia de frutas rojas de carozo como cerezas, más berries, notas de flor blanca como el azahar y apenas un ligero toque de miel de brezo en el posgusto.