Trapiche en Casa FOA

Trapiche continúa acompañando al evento más emblemático de la innovación y el diseño arquitectónico. Esta edición marca la tercera década de Casa FOA, que arrancó en 1985 con el fin de juntar fondos para la Fundación Oftalmológica Argentina. La convocatoria, con lo más granado de la arquitectura y el diseño de interiores del país, se ha convertido en una vidriera privilegiada donde creadores tanto nóveles como consagrados dan rienda suelta a su creatividad. Y es dentro de ese marco que Trapiche decide volver a decir presente con su wine bar premium con una barra donde la gastronomía acompaña su linea Reserva.

 

Decíamos que Casa FOA es el campo propicio donde muchos espíritus creativos dejan volar su imaginación. «En buena medida Casa FOA es un evento muy interesante para participar, no sólo por la afluencia de público que convoca sino por tener la posibilidad de aventurarse en desafíos que quizás uno no encararía en su día a día profesional– dice Adriana Randazzo, la joven arquitecta que creó el Trapiche Reserva Wine Bar.- He tenido la ocasión de diseñar, por ejemplo, una biblioteca en un cuarto de gran altura. Y aunque muchos quedaron encantados, eso no hizo que la gente me lo encargara porque pensaban que, por más que les gustara, ellos no disponían de ese tipo de habitaciones. Sin embargo ese no es el punto. Trato de interpretar lo que cada espacio me sugiere, cómo mi visión se podría manifestar en dicho espacio. No lo encaro pensando en qué beneficios podía representar para mí o mi estudio. Y lo mismo sucedió con el encargo del Wine Bar de Trapiche.» Ubicado estratégicamente sobre el espacio de entrada a la regia casona de Basavilbaso, el casco que se eligió para esta edición, el emplazamiento del bar planteó más de un desafío. «Es un área muy importante dado que el bar tanto recibe como despide a los visitantes de la muestra. Tenía que responder a la funcionalidad de la propuesta, un lugar para el disfrute de grandes vinos junto a una selección gastronómica que acompañe, sin obstruir el paso de la gente que recorre Casa FOA.»

 

Como siempre la idea es poner en valor un casco destacado de la ciudad, a veces para su reutilización (como la Abadía que se usó el año pasado) y en otros casos,  como en el que nos toca en esta edición,  para quedar simplemente como vivienda privada. «El espacio del jardín es un marco muy distendido que invita a sentarse a disfrutar de una copa de vino, pero sin interrumpir el fluir de las personas que visitan la muestra. Hemos tratado de no modificar permanentemente el ámbito que nos fue asignado, pero por ejemplo para este bar pudimos sumar una glorieta, moderna pero bastante aérea merced a su construcción en hierro, con mucho espacio entre columnas y con un techo directamente de vidrio«