Sin escalas

La aparente inmediatez de los vuelos comerciales e incluso los logros en la conquista del espacio más allá de nuestro planeta tal vez nos hagan olvidar que la aeronáutica aún no cumple 100 años. En aquellos tiempos no tan lejanos los riesgos de vida cada vez que un piloto encaraba una pista en su despegue eran el pan diario. Así los pioneros marcaron un camino en el cielo que ahora parece tan cercano con un mínimo de tecnología y un máximo de coraje y hambre de gloria. Y si hacemos hincapié precisamente en el rubro instrumental esa incipiente industria aérea habría de necesitar de relojes de total fiabilidad.

 

Es celebrando ese vínculo que Longines presenta un reloj que fue totalmente revolucionario en su época y que se creó a expensas de un verdadero héroe de la aviación: Charles Lindbergh.
Este pionero fue, literalmente, el primer piloto en unir América con Europa en el primer vuelo trasatlántico sin escalas partiendo del Aeródromo Roosevelt en Long Island hasta una pista en Le Bourguet en las afueras de París. Para cumplir su hazaña fueron necesarias muchas innovaciones, empezando con las de su Ryan NYP de un solo motor y que, merced al origen de sus sponsors, acabaría bautizado como “El espíritu de Sant Lois”. Hablábamos de adaptaciones y una de las más dramáticas fue sin dudas la de colocar el tanque de combustible por delante del puesto de mando (Lindbergh temía quedar atrapado entre el mismo y el motor si se daba un aterrizaje forzoso). Y esta modificación habría de quitarle toda visibilidad sobre el morro del aparato, por lo que debió pilotear viendo a través de un periscopio lateral. Esto no hace más que remarcar la tremenda confianza que debía tener en el escaso instrumental de a bordo, donde por supuesto descollaba su reloj.

 

Cierto es que la manufactura ha dedicado varios y muy reconocidos modelos a la especialidad como lo demuestran las diversas encarnaciones de su modelos Avigation. Allí, como en el The Lindbergh Angle Hour Watch 90th Anniversary primaba un tamaño importante tanto por razones de operación como de visibilidad. Pero mientras que en los Avigation lo que más se destacaba era un eje desplazado dos horas para el Angle Hour fue necesario una invención especial desarrollada por el Capitán Wheems, a la sazón diseñador de Longines. Lo que se conoce como ángulo horario es una complicación que permite al piloto corregir la ecuación del tiempo, es decir, la diferencia entre el día estándar de 24 horas y el día solar real. Esto era de una importancia capital para poder saber la posición con respecto al meridiano de Greenwich. Para eso se le sumó la regla de cálculo en el bisel y un dial interno ajustable con la señal horaria para mayor fiabilidad. Con todo esto puesto a su disposición, Lindbergh partió la mañana del 20 de mayo de 1927 para aterrizar sano y salvo 33 horas y 32 minutos después al otro lado del Atlántico.