Desde que arrancó su serie icónica a finales del siglo XX (¿No da un cierto sentido histórico llamar así a 1999?) Salentein ha ido sumando cepas a la misma. Sin prisa, pero sin pausa, harían su aparición el Chardonnay, el Pinot Noir y por supuesto un ejemplar de nuestro tinto patrio, el Malbec. El derrotero de la línea Pr1mus fue tan bueno como sus productos, al punto de que el Pinot logró ser parte de la carta de vinos que se bebieron en la última boda de la Casa de Orange, vulgo, el casamiento de Máxima. Sin embargo hasta este año no había contado con una de las variedades más apreciadas tanto dentro como fuera del país. Nos referimos al Cabernet Sauvignon.
Por eso despertó una gran expectativa cuando Matías Bauzá Moreno, responsable de la comunicación del portfolio de Alta Gama de Salentein convocó a la prensa para su estreno. Además, la presentación contó con el atractivo extra de que la condujese el winemaker de la línea, José «Pepe» Galante.
Ya sea por el espíritu que hizo que el restaurante del Fierro Hotel fuera rebautizado precisamente como «UCO«, o por la profunda ligazón con la industria del responsable de su carta Andrés Rosberg (a la sazón Presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers) o por la entrañable cocina del aclimatadísimo irlandés Ed Holloway, allí se develó el misterio de este Cabernet llamado a luchar por un sitio en el panteón de los grandes tintos del mundo.
«Somos conscientes del valor de nuestra cepa insignia, el Malbec, como nombre que nos posiciona ante el mundo– dice Pepe Galante- pero también tenemos, creo yo, el material para crear un tinto dentro de un campo si se quiere más competitivo como es el del Cabernet, donde existen grandes ejemplares tanto en Napa como en otras zonas de producción importantes a nivel mundial. En este caso hemos buscado elegir cuidadosamente los clones que mejor se adaptan al régimen continental cuyano, y a las características especiales de un terroir como el del Valle de Uco» Por ello, junto al ingeniero agrónomo Gustavo Soto, se eligieron algunos por su amplia difusión en la zona (lo que hablaba a las claras de su poder de adaptación y rendimiento en el valle) con otros menos productivos o presentes, pero que podían hacer aportes de fineza al producto final. El trabajo coda a codo con Soto, quien plantó todos los cuarteles utilizados en esta creación, fue capital para tener un entendimiento más cercano y cabal de cada cuartel y de su posibilidades. Para este Pr1mus Cabernet Sauvingon 2012 se utilizaron uvas de la Finca el Oasis en el departamento de Tunuyán. Otra clave en la elección de las mismas fue que estuviesen plantadas a diferentes alturas.
El producto final mostraba una gran presencia de especias, con notas frescas de mentol y oliva. Los taninos muy equilibrados, presentes, sí, pero sin apostar a esa exhibición de músculo tan cara, en muchos casos a los vinos íconos. Este Cabernet prefiere la mineralidad, conquista desde una elegancia con buen nervio pero paso sedoso y un final de boca largo y amable.
Sin dudas la elección de la copa es capital a la hora de apreciar las sutilezas y complejidades de un vino de estas características y, para el caso, la gente de Salentein supo cerrar su propuesta con un toque muy a caballo entre la distinción, la ventaja técnica y el guiño regio. Mientras que para el repaso de los otros ejemplos de la línea se utilizó el competente servicio de cristalería del restaurant, para su estrella del momento se dispensaron unos copones de Riedel que cada asistente pudo llevarse, envinado, como lujoso souvenir del evento.