Los cerriles

Como si de un nuevo escuadrón de su admirado Güemes se tratara, Agustín Lanús sigue sumando expresiones y haciendo docencia mientras rescata rincones recónditos y maravillosos de los Valles Calchaquies. Este porteño que se hizo norteño sin solución de continuidad cumplió la primera década de sus bodas con el norte en altura y lo celebra con una edición especial del Sunal Salvaje Malbec 2020 haciendo una escalera real de expresiones de nuestra cepa emblema en diversos suelos y alturas. La cita fue en el espacio de Winnings donde abrió el juego su excelente version de Criolla Grande, contra la tendencia generalizada de recurrir a su pariente menuda, en su Sunal Ilógico y también fue de la partida el Ícono de la serie. Pero sin duda desde lo conceptual el foco iba a estar puesto en en la caja de tres Malbecs.

«Creo que en los Valles Calchaquíes existe un sinnúmero de expresiones a descubrir que sin duda están esperando por un vocero mejor que yo– arranca Lanússin embargo, y mientras tal personaje hace su aparición, con mis mayores o menores recursos he dedicado los últimos diez años de mi vida a esta no tan módica cruzada. Pienso que es hora de tratar de ir más allá de la categoría general de los vinos norteños como potentes e insolados para empezar a desgranar las historias que pueden contar a la hora de atestiguar terruño. Y precisamente en esta propuesta de caja con tres de esas expresiones intentamos hacer docencia toda vez que dar a conocer estos vinos tan particulares

Justamente aquí tenemos un crescendo de alturas junto a la manifestación del Malbec en diversos tipos de suelo con una nueva etiqueta que abreva en el caballo chúcaro típico de la serie (y de las preferencias del propio creador) que quizás puedan confundir un poco al no marcar con claridad que se trata de tres vinos bien distintos. Cada etiqueta sí hace mención al origen y a la cota y todos son cosecha 2020 sin paso por madera.

Arrancamos por el Salvaje Pucará, el más cercano a la línea de horizonte, con sus 2400 msnm. Aquí se ve un vino de un tono profundo, criado en un suelo bien arcilloso, donde predomina la fruta al frente y unos taninos apretados y golosos, pero donde no se desboca la impresión de la carga alcohólica ni reniega de un cierto grado de acidez que refresca.

A continuación pasamos a la pintoresca Cachi, con sus viñedos que acusan una cota de 2680 metros. Este Malbec es claro ejemplo de la búsqueda de Lanús a través de una enología de mínima intervención para maximizar la expresión de la zona. Hay una interesantísima confluencia de flor y fruta, de violetas y cerezas negras a caballo de un alcohol que aporta a lo bebible y brinda notas de confitura.

Y para el cierre los antiguos suelos pesados de Luracatao (2750 msnm) junto a sus viñedos de 300 años nos traen una de las expresiones más particulares de la propuesta. Es el más equilibrado de los tres aunque presenta rasgos briosos en color, estructura y taninos. Sin embargo lo longevo de tierras y viñas ha redundado en un equilibrio que sorprende gratamente con su elegancia.

Aunque reniegue por pura humildad de tomar el bastón de mariscal que, como decía Napoleon, todo soldado de a pie lleva secretamente en su mochila, Agustín Lanús hace y sigue en su prédica por contar los vinos del Norte. A juicio de quien suscribe van diez años en el camino correcto.