La nueva anormalidad le ha dado un verdadero vuelco a nuestra percepción de lo hogareño. Junto a la necesidad de hacerlo todo puertas adentro también nos hemos encontrado con una disposición de tiempo inédita y eso se ha volcado también, faltaba más, a la autoindulgencia. El mismo fenómeno que potenció la venta a particulares de vino también se hace extensivo, en su medida, al consumo de habanos.
Pionera en todos los sentidos La Casa del Habano de Argentina (y de Blanca Alsogaray) suma y sigue con sus propuestas para los amantes del mejor humo cubano. Junto a su hija Lucía, han ido proponiendo catas y clases de iniciación virtuales para ir matizando la espera hasta que se puedan volver a visitar sus regias instalaciones.
El punto es que ahora han decidido ir un paso más allá y recurren a una verdadera Cajita Feliz con tres opciones de maridaje con habanos y grandes cócteles ready made. La saga familiar de las Alsogaray, como una suerte de Casa de Bernarda Alba, ha reunido a sus representantes femeninos, puesto que su otra hija, Ana, también se dedica a los puros aunque no con el norte exclusivo de la Isla Grande. Todo dentro del bar Prado y Neptuno donde descuellan las creaciones del reconocido bartender Juan Cruz Policella. Esta sinergia posible no pasó desapercibida por la familia y ahora la caja de maridaje se nutre de sendas versiones de clásicos como el Negroni o el Presidente que llevan su impronta.
En un mundo de rituales y detalles, todo parece haber sido tenido en cuenta para hacer del envío una verdadera experiencia sensorial. Por empezar la caja en sí misma. Se trata de una caja de habanos forrada de negro por dentro que luego le queda al aficionado. Dentro se encuentran tres botellitas de 100 ml con la porción exacta de cada cóctel más los tres habanos envasados por separado y al vacío. Cierran la propuesta unas rodajas de naranja disecadas y un pequeño mazo de cedritos para el encendido.
Pensados para tres ocasiones diferentes los maridajes arrancan con el típico Negroni elegido aquí para acompañar a un habano suave y de tirada generosa como el Hoyo de Monterrey Epicure Especial, una figura ligeramente más larga que el robusto de la marca. El clásico tripartito (gin, Campari y vermouth rosso a partes iguales) se sirve acompañado por una rodaja de naranja y piedras de hielo a discreción y podría ser una propuesta ideal para la tarde o previando un asado.
A continuación tenemos a un inhundible Rum Fashioned con un habano cuyo territorio de sabor va in crescendo. Se trata de un Romeo y Julieta Short Churchill que, como indica su nombre, es una versión abreviada de los favoritos de Sir Winston. Aquí se ha cambiado el whisky por un ron añejo, algo que se lleva de maravillas intrínsecamente con el tabaco. Se puede adornar también con la naranja disecada (vienen dos) pero además sumaría pellizcar una piel fresca para perfumar.
Y finalmente llega el turno de afilar los colmillos con uno de los grandes cócteles cubanos. El Presidente es un trago sofisticado, ideal para el conocedor o para un aficionado con tanta curiosidad como templanza. Aquí vale una aclaración: si llegaras a disponer de una coctelera, usala. Uno podría haber creído que la diferencia entre «agitado pero no revuelto» era casi un detalle snob de James Bond. Pero hete aquí que no, que por esos milagros de la termodinámica, el cóctel se enfría mucho más y con casi nada de aporte de hielo. Este es un trago importante y se merece que le prestes atención. Quitá el hielo (también ayuda que la copa esté enfriada) pellizcale una piel de naranja y ponele una cereza en copa martini. Por supuesto que, para empardarlo, llega un poderoso Partagás. Se trata de un Serie E Nº 2. Una pareja que pide por cierto seniority pero que paga, en sabor, con creces.