Martino Wines ha sabido pivotar entre lo viejo y lo nuevo. Por un lado reciclando un bello casco de 1901 donde asentó su bodega y por otro ampliando un abanico de etiquetas que no teme abrevar fuera de los clásicos. Justamente la última presentación de sus nuevas añadas sería un buen ejemplo. Fernanda Martino y el enólogo Sergio Montiel condujeron un almuerzo-cata en La Malbequería donde pudimos probar algunos de sus vinos en detalle.
«Creemos que el consumidor local comienza a ser más curioso– comenta Fernanda– y, atentos a ello, estamos incursionando en distintos cepajes dentro de nuestra línea de varietales. Esta tendencia parece estar ratificada por la demanda dado que hemos quebrado stock con nuestras primeras producciones y eso nos hace sentir que estamos en el camino correcto.»
«Con este plan– se suma el enólogo- estamos tratando de que la diferenciación sea algo con que se asocie primariamente a nuestra bodega. Existen muchos productores con mucho y muy bueno dentro de los cepajes más clásicos, incluso nosotros también contamos con nuestras versiones de ellos, pero nos interesa posicionarnos con algunos no tan conocidos.»
Para muestra basta ver la elección que propusieron para la jornada. Un particularísimo rosado con una porción mandataria de Merlot que se completa con Pinot Noir, su reconocido Pedro Ximenez y la edición 2021 de su Marselán (esa hija dilecta del Cabernet Sauvignon y la Garnacha tinta), un tinto que cuenta con solo 38 hectáreas de producción en el país y cuya cosecha 2020 desapareció de las góndolas en menos de un mes.
«Si bien decíamos que prestamos atención a los requerimientos del consumidor– continúa Montiel– también tenemos un gran respeto por el terroir. Buscamos vinos atractivos, distintos sí, pero que respeten su origen. El simple hecho del color vívido que tiene nuestro rosado así lo atestigua. No se pueden pretender esos tonos provenzales de tela de cebolla basándonos en tintas de Paraje Altamira» Ciertamente el tono del Martino Rosé 2022 tiende más al rubí que al salmón. Tiene un lindo peso de boca, junto a una punta de graso que lo vuelve muy buen compañero de los platos más diversos.
A renglón seguido pasamos al tan célebre como celebrado Pedro Ximenez. Hay una maloláctica parcial que le suma cuerpo sin apuntar a la untuosidad, puesto que la clave del perfil de esta versión cien por ciento de La Consulta apuesta a refrescar. Ya el tono es alimonado, lo que se condice también con los toques cítricos de pomelo y las flores blancas.
Mientras se iban recorriendo carnes y achuras llegó el momento del Marselán. Para esta edición se apostaron por 3200 botellas para un público ávido que hizo desaparecer de los lugares que solía frecuentar su versión anterior. Es un vino de taninos amables, de tintes violetas con mucha fruta negra fresca y buena acidez.
Finalmente y siempre con ganas de aportar algo fuera de registro pudimos probar un Cabernet Franc recién embotellado. «Siguiendo con la tendencia de la que hablábamos, aquí preparamos una tanda de 4000 a la que esperamos sumarles otro 5000 o 6000 botellas en febrero– comenta su enólogo- Aunque sea un varietal menos exótico vuelve a presentarse la necesidad de duplicar producciones. De hecho, por mí, quisiera que esto que estamos probando tuviera un tiempo mayor en botella, pero la dinámica del mercado ya nos dice que serán los seis meses estipulados y que salgan andando.»