Que los viñedos poseen una magia particular no hay quien lo niegue. Más allá de aquellos que tienen la necesidad de vivir en ese ámbito existe una ingente masa de amantes del vino y la naturaleza que sueñan con poder pasar por esa experiencia. Es por ello que el turismo enológico viene creciendo sin prisa pero sin pausa, sumando propuestas que incluyen coquetos lodges erigidos en plena viña.
Algodón Estate es un complejo que apunta a satisfacer los sueños de muchos entusiastas del vino, ya sea comprando una parcela para edificar dentro de sus 830 hectáreas en San Rafael, en la provincia de Mendoza, o disfrutando sus paisajes increíbles mientras desgranan un juego de golf o se hospedan en alguna de las contadas habitaciones de su exclusivo lodge.
Algodón Estate fue el pionero en esta propuesta de aunar viñedos con campos de golf. Y, aunque en la actualidad se cuentan con 9 hoyos, la idea es completar un campo de 18.
Para los amantes de la inmersión en el mundo del vino su espacio no se agota en su linkeo con este deporte. El complejo posee canchas de tenis y un restaurant con muy buena gastronomía local tanto para los pasajeros que disfruten del wine lodge con sólo cinco espaciosas habitaciones o para quienquiera que desee acercarse a probar las exquisiteces que se cuecen en su horno de barro.
Por supuesto que todo esto está muy bien de por sí pero no sería tan interesante si no contara con una columna vertebral robusta, que se muestra en los vinos que Algodón produce. Las etiquetas son responsabilidad del Head Winemaker Mauro Nosenzo con el plus de tener como asesor enológico a Marcelo Pelleriti. Las líneas de Algodón están todas muy bien logradas. Dentro de su entry level se destacan un Chardonnay muy fresco y un Pinot Noir que no siempre está a la mano por lo bien que se vende, así que vale la pena probarlo cuando se dé la ocasión. Ya apuntando a la alta gama se encuentran los ejemplares de la linea Black. Aquí brillan con luz propia un gran Cabernet Franc y muy especialmente un Malbec neto que es pura sedocidad y elegancia. Como frutilla del postre llegamos al Pima. Ese término es el que hace alusión a la calidad máxima que puede obtenerse del algodón y campea en la etiqueta de este pentavarietal con lo mejor de la finca. Hay que recordar que Algodón Estate cuenta con algunos viñedos que datan de 1946 y otros de 1960 de los que se cosechan los varietales que se habrán de fundir en su nave insignia. El tema de la longevidad de estas vides es casi una garantía de calidad, puesto que luego de tan larga vida la planta tiende a autoregularse merced a lo cual produce menos pero con una calidad superlativa y no resulta tan dependiente de los caprichos del clima.
Habíamos hablado de que el complejo contaba con una propuesta gastronómica de excepción. Se trata de Chez Gastón, responsabilidad de Gastón Langlois. El chef ejecutivo hace una década que ingresó al restaurant y se nutre de los recursos locales a la hora de versionar muchos hitos de la cocina argentina sin desdeñar algún que otro plato internacional. Siempre se puede abrir con las empanadas mendocinas cortadas a cuchillo de rigor para luego entrar en tema con platos como el chivo sobre colchón de humita o la increíble bondiola de jabalí. Las temperaturas de comienzo del invierno, que por la noche caen a plomo sobre la viña, son una inmejorable excusa para aprovechar sin complejos el hipercalórico goulash de cordero con spatzle, un ejemplo acabado de cocina de montaña ideal para comer bien emponchado mientras que el perfil de la Sierra Pintada no cesa de llenarnos los ojos. Y el alma.