«Siento que hay una fiesta en mi boca y todo el mundo está invitado«. Así definía Moe, el cantinero de Los Simpsons, su única epifanía coctelera. Ciertamente que la mixología ha venido a combinar alcoholes y sabores buscando alcanzar un todo que sea una instancia superadora de la simple suma de las partes. Pero si bien estas alquimias han dado una gran cantidad de creaciones en las barras, pocas veces se ha pensado en la posibilidad de mover el cóctel del estaño a la mesa.
A tratar de zanjar esta cuestión viene dedicando sus mejores esfuerzos Joe Mc Canta, Brand Ambassador Global del magnífico vodka francés Grey Goose. Este joven californiano, a la sazón reconocido músico de jazz, no sólo cuenta con su profesión de bartender y dueño de un verdadero must neoyorkino del Lower East Side, Bar Invernadero, sino que también fue formado como sommelier por el enólogo Joshua Wesson. El punto es que ese conocimiento fue la clave para proponer una serie de cocteles que puedan acompañar los más diversos platos. Esta experiencia, Taste by Appointmet, ya había sido llevada a cabo con las creaciones de chefs de la talla de Nobu Matsuhisa o Alain Ducasse. Para desembarcar entre nosotros Mc Canta eligió la cocina del renovado Astor cuya batuta dirige el crédito local Antonio Soriano.
Luego de dar un sustamento teórico robusto, paseándonos por la fisiología de nuestros paladares, comenzó a desgranar los tragos que había preparado en concierto con la cocina de Astor. Por la mesa fue desfilando una ensalada (a mi juicio el más logrado de los maridajes de la noche) como entrante. Se trataba de pesca de un ahumado sutil con remolachas, quesos de cabra y cítricos. Para el caso propuso el refrescante «Les Vert Collines» un trago con gran presencia de Grey Goose de pera y Chartreuse verde. Para añadirle aún más capas a la experiencia, el vaso tenía un frost salado, estilo Margarita.
Para el principal de cordero con puré ahumado, hojas de mostaza y pickles de rábanos llegó el «Ciel Rouge«. Con la clara impronta de los vinos con especias calientes, aquí se destacaba el merlot con toques de jugo de granada y un shrub especiado. Aunque cabe destacar que se trató de trago frío.
Finalmente con los postres arribó una oscura copa de martini con el «Espresso et d’epices«. Esta combinación de vodka, café expreso y almíbar de cardamomo vino para acompañar una tarteleta de chocolate al 86% con especias, avellanas garrapiñadas y frutos rojos.
Al lector sagaz no se le debe haber escapado que, constitutivamente, tanto el cóctel con vino o el último con cafe tenían una marcada impronta que los hacía más fáciles de disponer en yunta con los platos propuestos. Y que quizás el menos conspicuo fue el que acompañó la entrada. Sin embargo creo que es justo destacar que del variopinto grupo de invitados, cuando se les preguntó por lo que consideraban el maridaje más logrado, las opiniones se dividieron, mágicamente, en tres porciones casi exactas.