Grandes devotos del terroir, la gente de Finca Beth parece haberse prendado de la clásica frase de Silvio William y decidió mandar a dos a la final. Podría sonar contradictorio que siendo tan celosos de la expresión del Paraje Altamira (como orgullosos miembros e impulsores de PIPA y su Indicación Geográfica) hayan elegido apostar simultáneamente por dos perfiles bien diferentes de vinos.
Cual Jano bifronte, lo que arrancó en 2010 como un proyecto para producir uvas de calidad con una pata inmobiliaria, acabó manifestándose en dos líneas de vinos cuando decidieron que aquella primera barrica para uso exclusivo de los cinco amigos que conforman el proyecto deviniera una bodega.
La barrica primigenia fue obra de Felipe Stahlschmidt quien, a la sazón sería el responsable de la línea Rompecabezas. «Sin embargo siendo, ante todo, un gran aficionado me dí cuenta que no sólo los vinos más concentrados, redondos y con madera son lo único que podemos disfrutar– cuenta Enrique Sach, el responsable de Finca Beth.- Paraje Altamira también puede producir vinos con buen toque mineral, con mayor acidez y una fruta más pungente. Así que ahí se planteó la idea de utilizar a dos enólogos, cada uno con su estilo, para plasmar esos vinos que tanto nos gustaban con lo mejor de nuestras viñas.» Si bien el proyecto sigue respondiendo a la idea original de proveer uva de calidad a quien la desee como decía mi abuela «quien reparte y bien reparte se queda con la mejor parte» se decidió guardar el producido de parcelas de los terrenos más pobres, algo que aseguraba concentración y una calidad superlativa al haber pocos racimos en plantas que producen unos 5000 o 6000 kilos por hectárea. «En un momento conocimos a los Michelini y por ese perfil fuimos para nuestra otra línea: 2km»-desgrana Sach. Aquí claramente hablamos de vinos con una impronta más filosa, de una acidez más presente. Caso de nepotismo virtuoso, en un principio 2km arrancó con Juampi y, desde 2016, la enología recayó en su hermano Matías.
Los nombres de ambas líneas de Finca Beth hacen alusión a hitos harto reconocibles de la bodega. Mide apenas 2km y sus cuarteles recuerdan, vistos desde lo alto, a un rompecabezas.
Las dos presentan varietales netos junto a un extraordinario assemblage de tintas. Entre lo más destacado de 2km se desmarca un muy buen Pinot Noir y un especialísimo ejemplo de los escasos naranjos que se hacen en el país. Se trata de un blanco basado en Chardonnay macerado largamente con sus pieles lo que le brinda su color particular y un mordiente de taninos sin tanta prevalencia de los toques de una oxidación noble. Por su parte los Rompecabezas apuestan por una madera más presente, mayor concentración y taninos más redondos. Es un muy buen ejemplo de sus posibilidades old school su regio Cabernet Sauvignon.
Sin embargo, como para refrescar la memoria, decidimos pivotar sobre sus dos tintos de corte. Y éste realmente es un ámbito donde medir las posibilidades de un contrapunto por todo lo alto dado que no sólo ambos comparten la composición sino hasta los cepajes. Es un corte con presencia mayoritaria de Malbec (65%) más un 35% de Cabernet Franc. Si bien se trata de dos vinos extraordinarios las interpretaciones que pudieron hacer de un solo terroir poseen diferencias sumamente marcadas. El 2km se presenta aguerrido, con puntas de tiza, una fruta de carozo ácida, como de ciruela remolacha y un largo de boca que apuesta más a la tensión. Por su lado el Rompecabezas es señorial. Muy redondo, jugoso y con buena concentración. Se le notan rasgos licorosos y una madera más presente aunque bien integrada. Tiene buen peso en boca y hará las delicias de los paladares del team clásico. Más allá de lo recomendable hay que destacar que ambos vinos están hechos con las mismas uvas literalmente. «Lo que marca toda la diferencia es el momento de cosecha-comenta Sach- esas dos o tres semanas entre el 2km y el Rompecabezas son lo que le brinda a este último una fruta mucho más madura y concentrada.»