Los valles sanjuaninos han sido, desde sus inicios, grandes protagonistas de la viticultura nacional. Con un derrotero que fue del anonimato del granel a la búsqueda en profundidad de su terruños más exclusivos, vemos cómo empieza a encontrarse un equilibrio en la propuesta. Finca Las Moras es, sin lugar a dudas, un ejemplo cabal de estos vaivenes. Como poseedores de la cucarda de ser el Malbec más vendido de la Argentina, hasta la sofisticación de sus líneas más ambiciosas, la bodega ahora apuesta a una nueva dirección de su enología al incorporar a German Buk como su principal responsable.
Corriéndose de las presentaciones multitudinarias tradicionales, Finca Las Moras prefirió apostar por una serie de mesas muy acotadas para posibilitar una mayor cercanía con el enólogo además de un ida y vuelta más dinámico incluso entre los vinos a probar. «Que me esté haciendo cargo de la dirección enológica no significa que sea un recién llegado al grupo– cuenta Buk– apenas un año después de recibido, en 2007, ya me había incorporado a la empresa. En el camino había estado ganando experiencia tanta dentro como fuera del país, llegando a participar de vendimias en Soave o Valpolicella.»
Decíamos que Finca Las Moras era un verdadero caso testigo de los vaivenes de la producción de vino en San Juan, siendo principal responsable en la reivindicación de sus valles en altura como símbolo de calidad junto a un perfil novedoso, pero sin renegar de vinos en volumen para el día a día. «Hubo una primera movida con vinos como el Gran Syrah– continúa el enólogo- pero ya sabemos que, aunque la cepa se dé muy bien, ahí no se agotan las posibilidades de producir grandes vinos con una idiosincracia muy particular. La cercanía, casi podría decirse inmediatez, del pie de cordillera hace que el suelo tenga una enorme riqueza a la vez que difiera dramáticamente en las composiciones de suelo en parcelas muy cercanas entre sí. Este conocimiento cada vez más profundo de nuestras fincas posibilita acceder a una paleta de expresiones cada vez más amplia.»
Arrancando a probar se sirvieron algunos blancos de la escudería, no sólo por lo típico del comienzo sino por serles muy caros al enólogo. «Aun estando basado en Mendoza, tuve una gran incidencia en la supervisión de los blancos de distintas zonas para el grupo incluyendo, virtualmente en los extremos, los de régimen oceánico de Chapadmalal. Siento un gran cariño por los blancos y creo que son un espacio donde desarrollar perfiles que atraigan a los consumidores. Entiendo que en el espectro de los tintos no es tan sencillo apreciar tantas diferencias de tipicidad varietal o de estilo como entre los blancos«. A las pruebas nos remitimos, arrancando con un Alma Mora Chardonnay. Aquí había mucha acidez presente con toques cítricos y buenas notas de peso en boca resultando exclusivamente del contacto con lías. Un perfil suntuoso (perdón por rozar el juego de palabras) pero sin la untuosidad de la madera. Cero nota mantecosa pero complejo y de gran frescura. Junto a él se sirvió el Demencial Blanc de Blancs bien de cuerpo medio y donde destacaba una atractiva turbidez. Cerrando el trío se escanció un Paz Sauvignon Blanc. Aquí también se hacía diferencia con un estilo lejos de Casablanca optando por notas herbales y de ruda, aunque sin irse a los extremos en esta última.
«Estos ejemplos sirven, a mi juicio, para hacer que el consumidor se sienta cómodo ante perfiles que puede reconocer. – explica Buk– Muchas veces los descriptores más sofisticados resultan frustrantes, especialmente cuando se hace mención a notas que uno no encuentra. Este concepto trata de hacer el vino más amigable, que no espante con tecnicismos y se enfoque más que nada en el disfrute. Por eso dentro de nuestro portfolio tenés vinos de proyecto como Dadá. La idea de sus presentaciones por números (I, II y III) asociando al Malbec que nos representa en alianzas con cepas emblemáticas como puede ser pareándolo con un vino típico español como el Tempranillo o una Sangiovese de resonancias itálicas va en esa dirección. O la inclusión perfiles más jugados como el chocolate, donde el diferencial que proponemos tiene que ver con sumar esencias nobles en vez de utilizar saborizantes«.
A continuación y para el cierre fue el turno de los tintos con tres tremendas etiquetas, el Mora Negra (gran favorito personal) un Blend de tintas con mucha fruta y pletórico de capas, un Gran Syrah que está mejor con cada añada y el hijo dilecto de Pedernal, un Sagrado que sabe hacer honor a su nombre.