Queremos tanto a Luis

Fútbol, carne y tango bien podría decirse que son tres cosas que pueden pintar tanto la idiosincracia de argentinos como de uruguayos. Claramente la cuenca del Rio de la Plata aúna temperamentos, culturas y gustos. La carne asada y el fútbol parece que son elementos indisolubles de «El Pobre Luis» desde que el propio Enzo Francescoli le regalara a Luis Acuña la camiseta que lució en una patriada de los Millonarios (y que se convirtió en un sello de su decoración) hasta 2018, cuando su parrilla cumple 30 años. Hablamos de tres elementos que florecen a ambos lados del Río Marrón y quizás el tango también se nos deslice  en la metáfora: en días en que varias parrillas se cuelan en la lista de los 50 Best que son 100, lo de Luis se separa cual Virulazo del tango estilo Michelangelo.

Cultor de un perfil bajísimo, recuerdo haber compartido con él algunos Masters of Food and Wine en su edición mendocina hace una década larga. En medio de luminarias de la cocina de los más variopintos rincones del planeta, a Luis se lo distinguía por su casaca roja y su semblante sudoroso sobre la parrilla. Volviendo al ejemplo tanguero, cero firuletes. Unos pocos cortes de carne de punto de una perfección sobrenatural, lo mismo que se podía ver en su local. Un derrotero que arrancó literalmente como un parripollo, pasó por una parrilla de 40 cubiertos y que ya lleva la mitad de sus 30 años de trayectoria en la belgranérrima esquina de Arribeños y Olazabal. Aunque él ya no se encuentre entre nosotros queda claro el respeto y el cariño puro y duro que supo granjearse entre clientes, colegas y amigos.

La excusa para juntarse medio de a pie en su local fue la presentación del vino que Viña Olivia le dedicó a sus tres décadas de feliz periplo. Como tantas otras cosas en su historia la elección de la bodega elegíaca fue personal, un emprendimiento familiar que arrancó tratando de paliar la escasez de prosecco y que siguió produciendo su propia versión junto a una serie de vinos que son la columna vertebral de la carta de «El Pobre Luis». Dado que el Blend de la bodega es lo que más sale no sorprendió a nadie cuando se eligió recolectar varias partidas destacadas para este Blend 2013. Se trata de una mezcla de  Malbec, Syrah, Cabernet Franc y Petit Verdot. Todas la uvas provienen de la Finca La Amistad en Vista Flores a una altura de 1050 msnm en el Valle de Uco. Menos el Syrah, que pasó por barricas de roble americano al 84% restante se le dió crianza en tonelería francesa. El resultado no podía ser más ideal. Se trata de un tinto de contundente elegancia. Con capas, potencial y carácter. Jugoso, con buen largo de boca. Un vino que quizás sólo se venda en el reducto del queridísimo asador rioplatense lo que ya es una excusa inmejorable para llegarse hasta Belgrano y poder probar los resultados de su legendaria parrilla.

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