Ah, qué sería del mundo sin las pequeñas diferencias. ¿Cómo le decimos al jazmín del país en la República Oriental del Uruguay. Según la data oficial parecería que abunda el jazmín de leche, pero tengo la casi certeza de que los que adornan la entrada de Casa Chic son de la primera variedad. ¿Será que la zona, por su prosapia de descubridores, nos lleva a especular sobre cuanta especie de planta, pajarito o mariposa se nos cruce en Punta Gorda?
A unos veinte kilómetros escasos de Carmelo, apenas cruzar el charco, llegamos al paraje que fascinó tanto a un Juan Díaz de Solís como a un Charles Darwin. Ambos personajes tuvieron una escala de gran importancia en este paisaje pleno de cuchillas encaradas al río. En el caso de Solís esa escala de hecho fue la última cuando una etnia que se supone no era caníbal no tuvo mejor idea que desmentir a los historiadores y sumarle al asesinato la comanda. Algo más de dos siglos después Darwin hizo historia sin necesidad de arriesgar la vida estudiando más que nada un suelo plagado de fósiles.
Más acá en el tiempo esa misma vista, la mejor que puede encontrarse en la zona, inspiró a Federico Bonomi y Cynthia Kern a construir Casa Chic. Claramente se puede sentir la influencia toscana, tal vez más en el espíritu que en la impronta propiamente dicha. Aquí el arquitecto Javier Gentile se encargó de recrear el rancho uruguayo, a mayor escala y pleno de detalles regios. También se reconoce el estilo de planta muy popular en la Islas Canarias, de donde provino una importante corriente migratoria que habría de expandirse por todo Uruguay. Cuando hablamos de concepción toscana nos referimos a la idea de la propia residencia inmersa en el viñedo con el cuerpo del hotel dominando la barranca y el infaltable huerto de olivos. Porque, además de un hotel rural cinco estrellas, Casa Chic también comparte espacio con Buena Vista, un emprendimiento que se dedica a la producción de vinos y aceite de oliva.
La atención al detalle se vuelve evidente tan pronto se atraviesa la puerta del cuerpo principal, con un estar de más que generosas proporciones adornado con un eclecticismo elegante. Un par de hogares sirven para enfrentar el frío de las noches. Uno puede repantigarse en alguno de los Chesterfields de un cuero cuya morbidez sólo pueden dar el uso y el tiempo, alternando con otros sillones de semblanza entre aeronáutica y á la Hugo Gersnback. Las bibliotecas llegan hasta el techo y están repletas de libros de diseño y biografías de Charles Darwin en varios idiomas. Por si cupiese alguna duda, un cartel está allí para disiparla «CHARLES DARWIN WAS HERE». Y el eclecticismo no se agota en las variantes de tapicería. Dominando el espacio y atrayendo las miradas se encuentra un T-Rex de porcelana de un rosa chicle furioso en cuya panza puede leerse claramente, donde no lo cruza una rastra de lo más criolla, MADE IN CHINA. Esta obra pertenece al famoso artista oriental Sui Jianguo y es sin duda el toque más risqué (e indudablemente simpático) de la decoración.
Toda esta impronta no debería llamarnos la atención puesto que tanto Federico como Cynthia son diseñadores, los máximos responsables de las marcas Kosiuko y Herencia Argentina. Ese conocimiento profundo también se hace patente en la calidad de todo los blancos y los textiles de Casa Chic. Cada adorno, como la gigantesca lampara de hierro forjado que remeda a un astrolabio del comedor, han sido fruto de la alianza con los más destacados artesanos locales. Si hasta los ladrillos del suelo tienen el sello de la finca.
El hotel cuenta con 20 habitaciones todas con su respectiva deck y una visión privilegiada de la playa y el río Uruguay. Incluso durante nuestra visita, donde se desató un temporal de proporciones bíblicas, fue un espectáculo bastante estremecedor correr la cortina que va de pared a pared enfrentada directamente a la cabecera de la cama y dormirse como dentro de ese fresco de tormenta última.
La hospitalidad de esa inspiración de la que hablábamos al principio se termina de hacer patente con la buena cocina de cariz mediterráneo que ofrece el restaurant de Casa Chic. Ademas de sus platos también se puede disfrutar de un trago (doy fe de que hacen un Spritz genial) o probar los vinos de la casa. Los Buena Vista tienen una paleta acotada donde por supuesto sobresalen el Tannat y el Syrah pero este espectro va a recibir un upgrade muy interesante con la inminente incorporación al equipo de Mariana Torta y el enólogo Matías Michelini.