En el marco de la rentrée del apreciadísimo The Glenlivet 12 Years, la gente de Pernod Ricard presentó Sensology, una experiencia sensorial inmersiva en el universo de uno de los whiskies más reconocidos del mundo. La cita fue en los salones del Sofitel Recoleta y sirvió también para armar una cata con todas las opciones del portfolio en nuestro país más la oportunidad de disfrutar una cena maridada exclusivamente con maltas.
The Glenlivet Sensology es una experiencia que se ha replicado en diversas ciudades, tratando de convertir el conocimiento del whisky en una apelación a los sentidos. En su versión local fue presentada por el reconocido sommelier Martín Bruno, ambassador de The Glenlivet para la Argentina.
Conviene hacer un pequeño paneo histórico sobre la marca. Fue la primera en ser registrada en forma legal por George Smith, a la sazón un ex-policía que dedicó su carrera a la persecución de los que luego habrían de convertirse en sus colegas. Ojo avizor con los vientos de cambios y ante lo inexorable de la movida picó en punta para pedir la licencia de la más reputada de las maltas de Speyside. Hay que recordar que aquellos whiskies primigenios, creados en alambiques mugrosos ocultos en cuevas y tal distaban mucho de los exquisitos spirits de hoy día. Sin embargo parece ser que The Glenlivet ya nació como un fuera de serie y era el whisky que los reyes ingleses, de visita por las landas escocesas, pedían para beber a escondidas.
Con su habitual solvencia Bruno arrancó la velada desgranando anécdotas y poniendo en tema a los menos avisados (está claro que la experiencia no fue pensada para los conocedores). Hubo algunos juegos de apreciación con jugos, aromas y copas negras para que nadie se pudiese distraer con los brillos dorados de las maltas. El punto es que The Glenlivet ha convocado nuevamente a uno de sus best-sellers, el 12 Years, un producto que se había discontinuado en favor de promover una alternativa un poco más económica y menos sofisticada como el Founder’s Reserve. Aquí queda claro que no se hace alusión a ningún ageing, lo que significa que el producto cuenta por supuesto con el mínimo legal de tres años de barrica pero no desea certificar nada más. La vuelta al ruedo del 12 Years viene a completar la oferta local con las versiones 15, 18 y el comentado Founder’s.
En orden de importancia (y tal como fueron presentándose en la velada) al más joven le tocó acompañar los cocteles de bienvenida con un muy interesante «Highland Mist«, suerte de versionado del Old Fashioned con un muy atendible toque de syrup de lavanda y canela. Luego vendría el 12 Years para acompañar un gravlax de salmón con remolachas asadas. Aquí se amalgaman muy bien las notas del más frutal de los tres. Las llamadas de ananá, esa acidez, quedaba muy bien con lo graso del salmón y hacía un buen contrapunto con lo terroso de las remolachas. Quizás el excesivo picor de la mostaza de Dijon se salía un poco de registro. El principal se presentó junto a uno de los más interesantes productos de la marca, siempre como apreciación personal, se entiende. El 15 Years aporta notas muy elegantes, versátiles y complejas merced a su paso por barricas de roble de Limousin, el mismo que se utiliza en Francia para añejar cognac. Hay mucho fruto seco y una cremosidad que acompañó con gracia a una bondiola con toques agridulces. Para los postres, con gran literalidad, llegó el más goloso de los integrantes de la paleta de The Glenlivet a nivel local. El 18 Years es un whisky especiado, pleno de notas a pasas, frutos secos, toffee y naranja española. Puede que a algunos les haga ruido citar el toffee en un lugar donde se conoce el dulce de leche, pero cabe aclarar que las notas no son tan parecidas, está lo dulce, sí, pero con lácteo de crema, por ahí similar a esos dulces de leche que se hacen en Uruguay. Con todo este bagaje de sensaciones fue justo de toda justicia emparejarlo finalmente con un postre de gran densidad como podía serlo un cremoso de chocolate amargo y jengibre.