Como una obra que sigue arrasando en cartelera y con una protagonista excluyente, la saga de Blanca Alsogaray suma y sigue. Es que hay mucho que festejar para esta pionera de los humos nacionales que, además, es un figura reconocida en el ámbito superespecífico del tabaco cubano.
Dos sucesos se dieron cita en lo que va de este año, el haber sido galardonada con el Premio Habano/Negocios en la última edición del Festival del Habano de Cuba y los frescos 30 años de su versión de La Casa del Habano de Argentina. Ambos hechos no sólo representan un homenaje a su increíble periplo propugnando la cultura del habano en nuestro país sino también el lugar que se le reconoce en la mismísima cuna del asunto, Cuba. El primero viene a subsanar una injusticia de género puesto que, mayoritariamente, al premio se lo conocía como Hombre Habano del Año liso y llano y, aunque ya le había sido entregado a otras mujeres de la industria, no deja de ser el lauro por una labor extraordinaria más allá del sexo de los premiados. Y en cuanto a la creación de La Casa del Habano en nuestro país hay que ser conscientes de lo que eso significó en aquel lejano 1993. En ese momento sólo existían dos versiones de la incipiente franquicia a nivel mundial y ambas se encontraban en territorio mexicano, así que la de Blanca se instituyó aún antes de que otras versiones llegaran a las grandes capitales del mundo como parte de una hermandad que en la actualidad supera las 150 sucursales.
Por tanto la idea fue reunir a autoridades, clientes y sobre todo, amigos en el bello predio de El Abierto para celebrar tres décadas de este recorrido señero.
A medida que iban llegando los invitados eran recibidos por la tropa de hierro de la Casa, Hernán, Mauro y Rocío, junto a la colaboración de algunos de los miembros más jóvenes de la familia. Porque si de algo se ha tratado siempre este espacio, antes del placer de los mejores humos, es de la familia al punto de que Blanca comparte los destinos de la Casa con su hija Lucía. Formada como médica ella está consiguiendo aunar aquello que mamó desde chica con dicha profesión, además de venir perfeccionando sus conocimientos sobre el mundo del tabaco tanto aquí como en Cuba.
Pleno de lugar para sentarse o circular ya de movida se proveyó a los asistentes de un Cedro de Luxe de Romeo y Julieta exclusivo de La Casa del Habano junto a un pin alusivo y una bolsa con accesorios y memorabilia. Junto a un bandejeo impecable hubo barra surtida donde descollaba el rum fashioned creado para la ocasión por Juan Cruz Policella (también de la escudería familiar por vía de Ana Alsogaray, responsable de cigar bar Prado & Neptuno). Para matizar se presentaron números vivos con sendos bailarines de tango y una muy afiatada banda de blues.
En mitad de la velada se estrenó un video muy emotivo con imágenes de las distintas etapas de La Casa, que tuvo cuatro mudanzas y un breve extra en la calle Thames, y de muchas personas y momentos de los últimos treinta años y se propuso un refill de tabacos of sorts con nada menos que el Gran Patagón, la segunda Edición Regional Cono Sur, de la fábrica Juan López.