Desde su mismo nacimiento, hace más de dos décadas, Terrazas de los Andes ha ido afiatando su propuesta, tratando de representar las expresiones más cabales del terroir donde produce sus vinos pero yendo también a buscar sus versiones más destacadas.Y es en su recientemente inaugurada línea Parcel donde la bodega afina esa sintonía con cuarteles muy acotados como Los Cerezos, Licán o Los Castaños, que ya están presentando sus nuevas añadas. Pero sin duda la novedad de este año es la presentación de un nuevo integrante de este grupo de tintos superselectos: el Parcel Nº1E El Espinillo 2017. Dentro de una prosapia de grandes vinos este nuevo integrante se desmarca mientras conserva, por supuesto, parte del innegable ADN de una bodega que sigue bregando por hallar los mejores Grand Cru que pueda producir Mendoza.
“Que hayamos sumado un integrante a esta línea ya nos habla de lo especial de este Malbec.- comenta su enólogo Gonzalo Carrasco– El Espinillo está alejado, a unos 13 kilometros de la ruta, en la entrada de nuestra finca y a 1630 msnm (es, actualmente, nuestra zona productiva de mayor cota) Se trata de un piedemonte profundo pero con arena y mucha piedra superficial. Eso brinda un stress extra para la planta. Es un viñedo joven pero al que los fríos de sus últimas primaveras le han dado una escasez natural de racimos con buena concentración y la suerte de que contó con buen clima durante la etapa madurativa y eso brindó sanidad a las bayas. ”
En cuanto al vino, se trata de una expresión de Malbec de un rojo profundo sumamente sofisticada, que pivota sobre frutas mucho menos conspicuas, como la granada, pero también clásicos como la grosella además de mucha impronta floral con violetas y rosas y una nota vegetal de hoja de tomate. Ciertamente la paleta de este vino deja en claro su carácter de «distinto», planteando una simultaneidad de notas que podrían sonar, en principio, autoexcluyentes. Después de esa primera nariz hay una fluidez en la entrada en boca que nos habla de un vino maduro, redondeado y hasta con una golosa nota de sucrosidad. Incluso la curiosidad también se hace extensiva a un alcohol de apenas 12.9 que sin embargo está presente aportando notas de confitura.
Quizás el comentario de Carrasco sirva para entender la razón de ser de todas estas expresiones especialísimas. “La idea es estar atento, con la capacidad de sorprendernos siempre a flor de piel. Este es un vino que se enfrenta abiertamente con la mitad más uno de la biblioteca. Parece increíble, pero es lo último que se cosecha. Es casi una verdad de Perogrullo que debería ser más concentrado, con mayor alcohol. Y no, es bien ácido y hasta fresco si se quiere. Hay que dejarse sorprender y seguir con el oído atento y el ojo avizor a estas idiosincrasias potentísimas que están ahí, esperando para poder expresarse.”