Aunque al Código Alimentario Nacional le alcance con que el agua sea inodora, incolora e insípida para considerarla apta para el consumo humano cualquiera con un mínimo de curiosidad palatina habrá notado que las aguas no son todas iguales. Y acá vamos a tratar de obviar los chistes onda Paul, el sommelier de Coca Light o a algún desaforado que se autoendosa títulos tan inhabilitantes y poco delicados como hidrosommelier (que, asumo, será un sommelier que acuciado por la falta de trabajo se dedica a limpiar los frentes de edificios centenarios).
Todo esto viene a cuento de la premier de la vuelta de dos de las más emblemáticas marcas de agua mineral de la Bella Italia: Acqua Panna y San Pellegrino. Atrás quedaron los días de la briosa ambassadrice Elisa Pozzi cuyos mejores esfuerzos fueron decayendo merced a una distribución que no iba a la par de su impulso evangelizador sobre las bondades del agua fina.
Sin duda ambas marcas han sido de las más presentes a la hora de explicar las bondades y diferencias y separar las aguas (vendrán tentaciones de hacer chistes y referencias bíblicas, sepan disculpar) incluso con la implementación de un Water Codex. O una cata introductoria con un gigante de la sommellierie de la talla de Andreas Larsson. Sin ánimos de guitarrear podría decirse que las marcas en cuestión ejemplifican muy bien dos cualidades o tipos de experiencia gourmet con el agua fungiendo como acompañante destacado de la buena mesa. Por un lado aguas con PH bajos y poca concentración de minerales (como Acqua Panna) que sacian la sed, son sedosas, y no interrumpen el sabor de un vino espectacular. Y luego digamos otro gran grupo con las carbonatadas naturales como San Pellegrino. Aquí sí uno se encuentra con una concentración importante. Y si a eso se le suma el gas tenemos un elemento ideal para limpiar el paladar después de una comida alta en grasas.
Pues bien ahora será el turno de Filippo Mazzaia, Director para Latinoamérica de ambas marcas. «Aunque ya habíamos estado en Argentina ciertos problemas con las importaciones habían dificultado nuestra distribución y, por tanto, decidimos retirarnos hasta que tuviéramos garantizada una distribución adecuada. Creemos que esas condiciones están dadas y esperamos volver a ser parte de la oferta gourmet de una ciudad como Buenos Aires, donde a nuestro juicio existe una importantísima cultura y tradición de buena mesa. Por el momento iremos presentando nuestros productos en espacios muy especiales, lejos de los canales supermercadistas, al menos en un principio. Pensamos estar en algunos hoteles y restaurants selectos e incluso tal vez en alguna vinoteca.»Prestos a asegurar esa distribución de la que hablamos están los equipos de DKP (Distribuidora Kaiken Premier) conocidos de estas páginas por sus responsabilidades con la bodega homónina entre otros productos para surtir la mesa del gourmand local.