Como esas parejas armadas en el cielo y ungidas por un encuentro indeclinable hay cosas que parecen destinadas a estar juntas. Así podríamos entender el pop up que reunió a los vinos de extremo superior de Luna Austral con los mejores humos de la Isla Grande.
Si bien la producción agrícola cubana no se atiene a las enseñanzas de Rudolf Steiner sí han hecho un culto a la hora de tratar de ser cada vez más ecológicos y sustentables en sus prácticas.
Para la ocasión Lucía Busnelli, representante de la bodega, aunó esfuerzos con Blanca y Lucía Alsogaray para presentar un evento tan efímero como exclusivo armando pareja entre el mejor tabaco de Cuba con «Sintonía«, sus vinos tope de gama.
Para los que no estén al tanto de la propuesta biodinámica, podríamos sintetizarla como el paso concluyente de lo orgánico, que básicamente abjura de cualquier tipo de agroquímicos, sumándole el uso de preparados específicos, el seguimiento de ciclos astrales y una reivindicación acérrima del concepto de comunidad sustentable. «Siendo un proceso que podría darse en cualquier terreno, siempre y cuando se respetasen las condiciones para certificarlo– cuenta Busnelli- al tener como norte exclusivo la meta de ser biodinámicos y arrancar en un terreno virgen de La Consulta podemos decir que nos ahorramos un montón de tiempo.» Luna Austral produce vinos premium certificados como biodinámicos de los cuales «Sintonía«es la línea ícono.
Por su parte las damas de La Casa del Habano buscaron hasta decantar por un H. Upmann Magnum 50, poseedor del cepo regio que le da nombre y unos contundentes 160 mm de largo y, en este caso, con una bellísima capa inusualmente oscura. La ecuación largo–cepo era un reaseguro de una fumada bastante equilibrada toda vez que justamente este Magnum suele ser muy parejo y tiende a alcanzar prontamente su «velocidad de crucero».
Tomándolo como elemento de ligazón la idea era ir pivotando con las diferentes expresiones del «Sintonía» en sus versiones 2014, 2017 y la próxima a llegar al mercado 2019. Además de la presentación de su embajadora los vinos fueron servidos con celo extraordinario por Celestino Rodriguez, casi un espectáculo en sí mismo. De hecho se hizo especial hincapié en que los vinos estuvieran casi fríos. Más allá de cualquier polémica la temperatura atenuó los ya de por sí taninos ultrafinos de estos Blends de clara inspiración Saint–Emilionesca, si se me permite el neologismo.
Dentro de su territorio de suave a medio el Magnum 50 iba derramando lo suyo y en las copas se imponía un ida y vuelta con las creaciones de Álvaro Espinoza. Mientras que el 2014 acusaba casi las mismas proporciones de Merlot y Cabernet Franc en la 2017 y 2019 campeaba una porción mayoritaria de Franc y todas redondeadas con un 7/9 % de Malbec.
Pensados para una larga guarda, había acidez y vibrancia de color para dar y repartir con un muy lindo mordiente en la versión 2019, aunque para el consenso general el 2017 quedó entronizado, finalmente, como gran favorito.