Sin duda que la gente de Chandon debe estar justamente orgullosa de que muchos consumidores recurran a su nombre cuando en realidad sólo pretendían generalizar sobre los espumantes. Su posición en el mercado no se ha forjado de la noche a la mañana y el medio siglo largo que viene manteniendo una presencia creciente en la Argentina es claro signo de que la marca no tiende a dormirse en sus laureles.
Ese impulso a la superación se refleja claramente en su última incorporación, el Brut Nature Rosé que recientemente presentaron en su maison. En rigor aunque la novedad absoluta sería esta variedad, también es cierto que toda la categoría fue mejorada y puesta al día.
Una de las cosas que más muestran a las claras su visión orgánica del desarrollo de la marca y de sus productos es lo acotado de sus responsables. Desde el primer chef de cave, a la sazón cabeza del desembarco de Moett & Chandon en nuestro país hace más de cincuenta años, Renaud Poirier, sólo pasó Paul Caraguel hasta llegar a quien detenta el cargo en la actualidad: Onofre Arcos. «La intención de producir un espumante de excelencia, sofisticado y sostenido en el tiempo ha hecho que no dejemos de buscar las zonas y los momentos de cosecha que mejor reflejen el espíritu del producto superior que estamos tratando de conseguir- dice Arcos- Hay que tener en cuenta que estamos tratando de replicar un estilo de vinos con ciclos más cortos de los que pueden darse naturalmente en un régimen continental y preeminentemente seco como el que existe en Mendoza. Por eso desde hace años estamos abocados a la búsqueda de zonas más altas. Hemos alcanzado los 1500 metros, donde una temperatura media más baja y suelos calcáreos nos permiten conseguir el tipo de acidez que es capital para el equilibrio entre frescura y fruta que son necesarios a la hora de encarar el assamblage de un espumante de calidad. Incluso estamos comenzando a experimentar con lo que puede producirse a 1620 metros.» Este viñedo, El Espinillo, ha llevado a declarar al Estate Director para Argentina, Hervé Birnie-Scott que, luego de haber quebrado la cota de los 1500 metros habían descubierto «un nuevo país«. Y de allí, con las herramientas que surgieron a partir de ese territorio novedoso, comenzó a formarse el sueño de un nuevo Chandon Brut Nature.
Fue Chandon quien, a mediados de los 80 inauguró la categoría Brut Nature entre nosotros y desde entonces ese producto ha tenido un lugar destacado dentro de su portfolio. Y aunque ahora se suma el inédito Rosé, el Brut Nature clásico también ha cambiado para mejor. Por empezar, con el preciso motivo de mejorar su grasitud y redondez en boca se fue incrementando su tiempo de contacto con las lías, virtualmente doblándolo al alcanzar los 18 meses. «Y aquí se suma el otro componente que tenemos que contemplar si queremos mejorar nuestro Brut Nature, el tiempo.-continua Arcos- Mientras que la altura consigue medias más frescas que repercuten en ciclos más cortos donde se gana en acidez y se cuenta con una graduación alcohólica menor, de 10 a 12º, el mayor tiempo de contacto con lías permite notas más maduras, fruto del trabajo de las levaduras en botella (se produce esta variedad enteramente por método Champenoise). Incluso utilizamos levaduras importadas, las mismas que vemos en los champagnes de Moett & Chandon para complejizar este Brut Nature. Creemos haber alcanzado un grado de riqueza, sabor y complejidad que justifica que nos atrevamos incluso a propugnar un cambio en el hábito de consumo. Como sucede con otros grandes espumantes recomendamos dejar de lado la copa flauta e inclinarse por una más amplia como la que se usa por ejemplo para los vinos blancos. Pensamos que es el momento de variar un tipo de cáliz cuya razón de ser era la preservación de la burbuja por uno que permita apreciar las sutilezas de lo que, por sobre todas las cosas, consideramos un gran vino.«