La Degustación Anual de Familia Schroeder en el Alvear se ha convertido, de hecho, en una más que agradable manera de despedir el año. Allí el anfitrión y cabeza de la bodega familiar, Roberto Schroeder, recibe al trade, a la prensa especializada y a sus amigos.
A tal punto se ha convertido en un clásico que hasta tiene hasta su mote propio: la Fiesta de las Cerezas. No es que a la bodega patagónica le falten productos para descollar, pero el nombre le viene de la costumbre de regalarle a los asistentes un generoso cajoncito con unas cerezas totalmente fuera de serie. Aunque no es de todos conocido, la familia Schroeder también se dedica a la producción de fruta fina. Pero este tipo de cerezas se importan en su totalidad, lo que vuelve este simpático presente aún más especial.
Por supuesto los protagonistas de la noche fueron los vinos de San Patricio del Chañar. Pese a su novedad (toda la cuenca se desarrolló en apenas 12 años ) los vinos de Schroeder ya han conseguido un lugar destacado en el mercado tanto dentro como fuera del país. En mi opinión, como suele suceder en Patagonia, una de las cepas que más se destaca dentro de su portfolio es el Pinot Noir. Aquí pudimos probar varias de sus interpretaciones. Desde el logrado Barrel Fermented a su version espumante Rosé, el célebre Rosa de los Vientos. Hablando de los espumantes de la bodega, además de los best sellers de la serie Deseado (espumantes dulces basados en uva Torrontés) se pudo probar también el Brut Nature , el top de la línea creada por el enólogo Leonardo Puppato.
Aunque destacábamos las virtudes de su manejo del Pinot sin duda la estrella de la noche fue el Merlot de su línea ícono, Familia Schroeder. Aunque ya habíamos tenido la oportunidad de probar este tinto regio cuando el décimo aniversario de la bodega, sabíamos que su producción era muy acotada. Por lo que fue un verdadero lujo que estuviera presente como la joya de la Degustación Anual.