Curioso destino el del jerez. La famosa bebida española es bien conocida en todo el mundo y sin embargo, como se hace muy patente por estas pampas, no suele ser apreciada en su verdadero potencial. Para tratar de corregir esta suerte de injusticia poética la gente de González Byass, marca líder en nuestro mercado con su línea Tío Pepe, junto a la Embajada Española se aprestan a aunar esfuerzos para potenciar entre nosotros la Semana Internacional del Sherry .
Marca de origen protegidísima, la denominación se extiende a todas sus acepciones (Sherry–Xérés–Jerez) y celebra del 7 al 13 de Noviembre su Semana Internacional. En nuestro país se harán presentaciones en diversas barras junto al bartender local que consiguió alzarse con el tercer premio de coctelería realizada con Jerez por la bodega en su última edición. Y dentro de esta movida para refrescar ideas y repensar al jerez más allá de los prejuicios fue que Tío Pepe invitó a la prensa a un almuerzo en La Malbequería, maridado en su totalidad con versiones del mismo.
Por supuesto que la reunión arrancó con Resilencia, el trago que Nicolás Erazum creó a base de Palomino Fino, gin y toques de cordial y que el bartender replicará en los espacios de sus colegas (hoy mismo estará en Verne, el reducto palermitano del amigo Fede Cuco). Se trata de un trago bastante dulce pero con buena acidez, bien de entrada para los aficionados tal vez más bisoños.
Representantes de la bodega dieron un pantallazo somero de las posibilidades y los estilos de la bebida, entre Finos y Olorosos. Pero todos los cañones apuntaban a los ejemplos prácticos de estos vinos fortificados en alianza con la buena mesa.
Mientras que el Palomino Fino abrió el juego como parte del cóctel de bienvenida, al Amontillado le tocó arrancar con los entrantes de tortilla y jamón ibérico. Aquí hablamos de una pareja bien conocida, con las notas oxidativas y de frutos secos típicos de un jerez de perfil clásico, de esos que llevaron al malentendido de tomarlo exclusivamente como aperitivo. Casa muy bien y sí, también cumple esa función.
En el siguiente paso se dió probablemente la idea con mayor tenor didáctico puesto que se vió cómo un jerez puede tranquilamente acompañar un plato principal. Para ello se eligió un Palo Cortado, un vino más complejo y por tanto más versátil a la hora de empararejarse con unos tagliatelles con frutos de mar en salsa ácida junto a tomates confitados. Cabe recordar que entre los finos y los olorosos se cierne una frontera tan sabrosa como inasible cuando los responsables de la bodega deben hallar este interregno entre unos y otros y cuya elección se consigna cruzando la marca de palo de una barrica de Fino.
A los postres llegó otro momento de cierto clasicismo cuando se optó por un Cream de Solera, uno de los estadíos del Oloroso (exclusivamente realizado con Moscatel y Pedro Ximenez) más licoroso y dulce, aunque con un alcohol que lo salva de empalagar junto a una mousse de tres chocolates.