Siguiendo con su serie de propuestas para complementar la experiencia de fumar a la gente de La Casa del Habano le llegó el momento de encarar una alianza tan cercana como poco prestigiada. Nos referimos a la idea de emparejar vinos con habanos. Sin duda se trata de una opción que no goza de una prensa tan unívoca como podría serlo la de las espirituosas. Pero también parece ser una de las que, escolásticas más o menos, muchos aficionados han practicado de hecho al cerrar una regia cena con un puro junto al vino que acompañó toda la velada. Para ir desentrañando estos misterios Lucía Alsogaray y Martín Galigniana como locales unieron sus esfuerzos con Diego Mohr de Bodega Estrella de los Andes.
En la entente no sólo se propuso emparejar al tinto con un habano sino ir hasta el punto de elegir un vino diferente para cada tercio de la fumada. La progresión iba a comenzar con un Wine Glass Cabernet Franc seguido de un Estrella Única Malbec para cerrar con un Pont Leveque Legende Rebel Cabernet Sauvignon. Si les suena este último nombre cabe recordar que la bodega ha recreado la marca que hiciera famosa por su preferencia Juan Domingo Perón. Del lado de La Casa del Habano se propuso un tabaco dedicado con exclusividad, un Cedro de Luxe de Romeo y Julieta. Estamos hablando de un habano de fuste, cuyo nombre de galera es Gordito y que alude con justicia al cepo 50 de un Robusto pero tan largo como 141 mm. Justamente por su tamaño este habano en particular, más allá del territorio de sabor medio en que suele ubicarse a la marca, acaba ofreciendo una fumada ligeramente más suave.
Una de las cosas que, con justicia, se le suele achacar al complemento del vino es que sus taninos suelen competir con los del tabaco por las mismas áreas sensoriales. Esto es cierto y se explica que funcione en la práctica con la costumbre de sobremesa que nombramos arriba por el simple hecho de que el paladar allí ya estaría impregnado con la grasitud de la comida. Por eso fue bastante apropiado que precisamente el primer vino, un Cabernet Franc con la efigie de Pierre Nodoyuna, tuviese una crianza atípica y una presencia de taninos sumamente módica. En este caso se elaboró el vino en una novedosa pileta de vidrio, algo que iba a negarle cualquier mínimo ingrediente externo, con alcohol presente y muy intenso de color pero sin mucha tipicidad varietal. Para el primer tercio funcionó de una forma refrescante y cero competitiva.
A renglón seguido fue el turno del Estrella Única Malbec. Ya desde el arte de etiqueta se nota la devoción fierrera de sus creadores, dedicando este ejemplar a la bella reconstrucción de un Lotus Seven. Aquí vuelve a hacer gala la intención de desmarcarse en su perfiles al pasar a un tinto otra vez atípico (un Malbec sin fruta al frente) pero con notas de una casi sobreimpresión de la madera que lo «alicoraba» en cierto modo y que casaba muy bien con las notas terrosas que empezaba a desarrollar el Romeo.
Finalmente fue el turno del Pont Leveque Legende Rebel Cabernet Sauvignon. Ahora sí llegamos a un vino reconocible como varietal y como reserva. Por su parte el habano estaba a full, con mucho fruto seco y el leve picor de una tirada más concentrada y caliente. Gran momento para aprovechar las notas de balsámico y los toques de evolución del Legende.