Nada casualmente los vinos de Domaine Bousquet se sienten identificados con el concepto que sirve de título a esta nota. Esta familia de bodegueros franceses va por su cuarta generación dedicada a la producción de vinos de calidad, con impronta europea y un claro compromiso con el medio ambiente. Un reciente almuerzo en UCO Restaurant fue la excusa para conocer a su directora, Anne Bousquet y a miembros de su equipo y por supuesto hacer un paneo de sus vinos con recién llegados como el Pinot Gris y clásicos como los blends de la línea Gaia.
Esta alusión a la Diosa de la Tierra tiene su razón de ser puesto que la totalidad del emprendimiento se maneja acorde a pautas de producción orgánica. «En 1990 estuvimos con mi padre Jean reconociendo terrenos en Mendoza y nos decidimos por Gualtallary. Aunque ahora sea una zona ampliamente reconocida y codiciada hay que tener en cuenta que por aquel entonces estaba para ser descubierta, por así decirlo, y nuestra bodega fue pionera en su desarrollo. – cuenta Mme Bousquet- Por supuesto las características que la han convertido en lo que es saltaban a la vista: una buena altura (1200 msnm) barrida por una brisa fresca, con un suelo con trazos arenoso-calcáreos y una marcada amplitud térmica, uno de los rasgos más importantes para la producción de vinos de calidad.«
«Siendo un proyecto que arrancó de cero, mi padre notó que el clima mendocino era muy diferente del de las zonas de producción francesas y eso lo decidió a intentar las prácticas orgánicas. Dijo algo así como «seremos orgánicos porque podemos«. Lo que quiso decir fue que las condiciones generales del clima desértico, contra lo que sucede en Europa, hacen mucho más sencillas estas prácticas dado el control que se tiene sobre el riego junto al clima seco que es un gran aliado de la sanidad vegetal.«
Por ello dos de los atributos principales que distinguen a los vinos de Domaine Bousquet son su carácter orgánico y su impronta elegante. No se trata de vinos demasiado cargados de madera ni que asalten por el lado de la fruta, más bien son redondos, van entrando de a poco con amabilidad y un persistente largo de boca.
El almuerzo arrancó con una trucha ahumada con quebracho que fue un gran complemento del abanico de blancos. Un muy fresco Pinot Gris, el excelente blend de blancas de la serie Gaia y un Chardonnay que apostaba más a refrescar que a ser untuoso.
Luego vendría la pesca del día (siempre un must en UCO) o un ojo de bife de punto perfecto. Mientras tanto los anfitriones iban desgranando sus tintos, arrancando con un Pinot Noir muy pero muy bien de color, y un destacado Merlot. Es una pena que, a la hora de hacerlo entrar al mercado nacional, sea una suerte de patito feo entre los varietales y que pocos se atrevan a producirlo. Raro también porque cuando se lo consigue suele dar muy buenos resultados. Aquí viene a cuento de la versión de Domaine Bousquet dentro de un entry level por demás interesante y con una muy buena relación precio-calidad. Sin duda una buena oportunidad para incursionar en el Merlot y empezar a ver de qué se trata.
«En cuanto al tema de la producción orgánica, aunque nuestros viñedos están certificados no constan en la etiqueta local aunque sí en nuestros vinos de importación– comenta Anne– hay una serie de requerimientos, económicos mas que nada, que deben cumplirse para que se permita poner el termino organico en la etiqueta. Incluso a nivel internacional no existe una forma unificada de certificar y hemos tenido que someternos a diversos organismos. Creemos profundamente en la sustentabilidad pero nos interesa que nuestros vinos sean apreciados por el público por sí mismos. Suscribir a prácticas no contaminantes tiene que ver con un compromiso ético, por supuesto, pero también nos importa que ese sea un plus para aquellos que disfrutan de un vino que, ante todo, les gusta.«