El vino y la montaña

El Valle de Uco, casi una apelación en sí mismo, se ha convertido en sinónimo de calidad en el mundo del vino. Muchas son las ventajas de su altura merced a una extrema proximidad con la Cordillera de los Andes. Es esta misma proximidad que, si bien se da también en otras tantas zonas productivas de Mendoza, en estas coordenadas alcanza una cercanía que apabulla. Ojo avisor a todas estas particularidades, el proyecto de Casa de Uco sabe aunar enoturismo, unas vistas para el asombro y el mejor diseño para celebrar un paisaje único.

 

Es que las 320 hectáreas del proyecto se encuentran sumidas en la omnipresente impronta cordillerana que a la sazón también se ha consagrado como un terroir de excepción para varios de los vinos más destacados de la zona. La idea pertenece al arquitecto Alberto Tonconogy quien lo maneja junto a su hijo Juan, él también con un pie en la industria del vino merced a su participación en Bodega Los Maza. Que Casa de Uco es la idea de un arquitecto se ve a las claras en numerosos detalles, desde la funcionalidad de los espacios que pueden reunir tecnología, diseño y racionalidad a la hora de aprovechar su entorno hasta la elección de los materiales con que fue construido. Claramente la ubicación del coqueto hotel, de apenas 16 habitaciones, está signada por la inmediatez de la montaña, a la que se puede apreciar incluso desde la ducha, o para experimentar una súbita inmersión en el paisaje tan pronto uno abre los ojos desde su cama. Teniendo esto en cuenta se entiende que, además del concreto, lo que realmente campea en el espacio es el vidrio. Mención aparte merece el hecho de haber encontrado la forma de mantener bien calefaccionado un ambiente que, tan pronto se ocultó el sol experimenta una bajada de temperatura importantísima.

 

El proyecto también posee un costado de real estate puesto que ofrece la posibilidad de contar con la villa propia dentro de sus generosos espacios entre las viñas.

 

Consciente de lo legendario de sus suelos, Casa de Uco cuenta con su propia bodega donde, bajo la dirección del veterano del valle Alberto Antonini produce varias etiquetas, una de ellas incluso certificada como orgánica. Para quienes estén interesados y arrancando desde el medio acre (unos 2000 m2) existe la posibilidad de hacerse de una parcela donde despuntar el vicio de la viticultura, produciendo sus propios vinos. Incluso diseñando hasta las etiquetas.

 

Volviendo a la propuesta de su wine resort, no podría dejar de destacarse una muy afiatada propuesta gastronómica, al punto que su restaurant es visitado por gente que no se aloja allí. Por supuesto que, además de sus propias etiquetas, el espacio cuenta con una carta de vinos muy interesante que incluso se divide por las zonas de origen dentro del mismo valle. Y porque no todo es vino, ni aun aquí mismo, uno también puede entretenerse con la carta de cocteles que el mismísimo Tato Giovannoni diseñó exclusivamente para Casa de Uco.