Dentro de los cambios que comenzaron hace unos meses con la reformulación de todas su etiquetas y la adhesión al lema de que «el tiempo mejora con el vino» llega el estreno de dos nuevos varietales a la línea joven de Santa Julia.
Sin ánimos de forzar la metáfora futbolera vemos que los recién venidos vienen a completar una escudería de 12 integrantes.
Para cerrar la formación hacen su entrada un Cabernet Franc y un Pinot Noir mendocinos.
«En esta línea cada varietal expresa la tipicidad particular del cepaje y son un fiel reflejo de la filosofía de la bodega en la elaboración de vinos frescos y frutados.– nos explica la ambassador de Santa Julia, Nancy Johnson.
El Pinot Noir es ideal para quienes se inician en el consumo de tintos. Por su fina piel y sus bajos niveles de compuestos fenólicos, da vinos de color claro, cuerpo suave y pocos taninos.
En cuanto al Cabernet Franc, en la década de 1990 comenzó a expandirse en Mendoza con el propósito de contar con una cepa que proporcionara fuerza en vinos tintos de corte, con el paso del tiempo se convirtió en una cepa muy solicitada también para varietales, con características que la destacan por sus notas herbales, en boca es algo delgada, con taninos justos y suele ser más ligero que el Cabernet Sauvignon.«
Estos nuevos cepajes recurren a sendas botellas borgoña con tapa a rosca (totalmente entendible por ser creados para un consumo cercano en el tiempo). Ambos tienen toda la fruta al frente, un alcohol presente pero que más bien refresca, y mucha intensidad de color (especialmente en el caso del Pinot). Esta explosion de frutas rojísimas tal vez se lleva un poco puesta la pirazina del Franc, homogeneizándolo en detrimento de su tipicidad.