Es tal la buena onda que me despiertan los responsables de Antares que parece que, de facto, les hubiera creado una categoría nueva. Por supuesto el mundo de la cerveza sigue dividiéndose en resfrescancia y deleite, pero hay que reconocer que esta gente hace muy palatable aún sus versiones más ligeras.
Merced a los buenos oficios de la gente de Bluecom pudimos tener un encuentro con sus brewmasters, Leo Ferrari y Neri Rossamando con la excusa de conocer la primera cerveza de guarda de Antares. Se trata de «El Centinela Roble» una poderosísima barley wine que fue madurada en barrica.
Decíamos que, pese a la no tan sorda lucha que hay por el market share de los bebedores, siempre habrá que aceptar que hay un mundo de distancia entre las propuestas comerciales que llaman a apagar los ardores del verano y el amplio abanico de posibilidades que ofrecen las cervezas artesanales.
«Estamos dispuestos a propugnar una cultura de consumidores de cerveza artesanal que creo que aún no está muy desarrollada en el país– dice Leo Ferrari,- De hecho no me molesta que mis clientes se tienten de probar las cervezas de otros productores. Es una franja de consumo que tiene que ver con gente curiosa, que busca otros sabores«. Algo sabrá Leo de este tema, puesto que tiene la sana costumbre de potenciar su propia oferta con las clásicas que están siempre, las cervezas de pizarrón (que pueden estar un par de semanas o»hasta agotar stock») más las recomendadas del brewmaster y las estacionales.
Para la ocasión el almuerzo-degustación estuvo jalonado por varias muestras de cervezas cuyo hilo conductor podríamos decir que pasaba por su generosa graduación alcohólica. Bien que unir por esa vara tampoco sería muy justo puesto que ademas probamos dubbel y tripel, básicamente experimentando los diversos sabores que se pueden crear doblando o triplicando la cantidad de malta.
Pero sin dudas, además de la protagonista de la convocatoria, se destacó otra recién llegada, la cerveza de estación Caravana. Y aquí sí tenemos un ejemplo de la versatilidad de la oferta de Antares. Se trata de una cerveza dorada, con muy poco alcohol, inspirada en las Session IPA americanas. Pero muy lupulada, una alternativa que refresca sin descuidar el sabor.
Yendo a lo que nos convocaba: El Centinela Roble. Esta sería la primera de una serie de cervezas de guarda. De hecho algunos fuimos lo suficientemente afortunados como para probar La Alazana, otra barley añejada en las barricas usadas del celebre single malt de Patagonia. En este caso se utilizaron barricas de destilados, pero no de este whisky. Ademas de los aportes clásicos de toffe (o sea, dulce de leche para la gente que solo puede comerlo en caramelos) y vainilla, el cask también adicionó un plus de alcohol hasta alcanzar unos portentosos 14 grados. El resultado: una cerveza sabrosa, compleja, para sentarse a disfrutar con todo el tiempo del mundo.