Aquellos, los de entonces

Haciendo cuentas de nuestra joven vida como nación se podría decir que las industrias que cruzan holgadamente la centenia deberían ser consideradas como parte de nuestra historia. Teniendo esto en mente no caben dudas que la producción de vino es una parte indisoluble de nuestro acervo cultural. Para celebrar un recorrido que arrancó por 1888 a la gente de Nieto Senetiner se le ocurrió crear una línea nueva que reconozca, precisamente, ese legado.

«Pensamos Patrimonial- comenta Santiago Mayorga, realizador mayoritario de la colección- como una manera de rescatar cepas que son parte del patrimonio histórico de Argentina y de Mendoza especialmente y englobarlas bajo ese concepto. Hoy en día estoy a cargo del Malbec D.O.C, del Semillón y de una Criolla Grande que se va a lanzar a fin de año y Roberto González, por su parte, es el responsable de la Bonarda que completa la línea. En definitiva, cada uno de estos vinos está cargado de historia: ya sabemos el tiempo que el Malbec tiene en el país pero elegimos meter el D.O.C en este concepto porque es un indicativo intrínseco de calidad y nos habla de viñedos de por lo menos diez años e incluso más antiguos junto a una especial atención a las densidades de producción y al sistema de podas y rendimiento por hectárea. El Semillón se sumó por ser la segunda blanca más plantada y que, si bien estuvo muy asociada con el volumen, no por eso deja de ser una variedad con buena complejidad y que en el último tiempo se ha ido modernizando hacia expresiones más elegantes de zonas más frías

De las tres cepas que conforman el lanzamiento no podemos olvidarnos de la Bonarda, a cargo de un verdadero especialista en la materia, Roberto González. Nieto Senetiner fue la primera bodega en vindicar este varietal dentro de la alta gama con sus célebres Partidas Limitadas que también fueron responsabilidad del propio enólogo. «El origen es el mismo, Agrelo, Luján de Cuyo. La idea fue hacer una versión más joven en edad pero sin perder las características que le dieron origen a la línea mayor. Es un estilo de vino que transita entre dos conceptos importantes, los perfiles que comprenden al Viejo y al Nuevo Mundo. Por el primero encontramos la profundización del estudio del terroir de Agrelo junto a una concentración incipiente mientras que la modernidad se manifiesta en la búsqueda de frescura mediante la acidez. Y siempre tratando de acercarnos al perfil que demandan los consumidores en la actualidad, aunque sin que ello nos lleve a perder nuestra propia esencia y tradición en la elaboración de la Bonarda

En cuanto a los vinos arrancamos con el Nieto Senetiner Patrimonial Malbec D.O.C 2020. Este tinto es uno de los pocos que responden a un método de elaboración que le permite ranquear dentro de la categoría especifica de ser un vino producido en Luján de Cuyo. Verdadero caballito de batalla de la bodega, aquí tenemos un Malbec 100% de viñedos que, en algunos casos, alcanzan el centenar de años. Este primer Patrimonial va a dejar en claro algo que se mantiene como rasgo distintivo de la línea, hablamos de presentar versiones más jóvenes y competitivas desde el precio de grandes etiquetas de su portfolio. Es un vino vibrante donde el año de barrica más el año de botella apuntan a la redondez antes que al perfil de guarda. Quizás sea más difícil llamar la atención dentro de una cepa tan versionada pero ello no quita que sea un tinto muy bien resuelto.

El Nieto Senetiner Patrimonial Bonarda 2021 tiene el mismo origen que su hermano mayor y es un gran ejemplo de una versión más fresca de éste. Sólo tiene 8 meses de paso por madera con buena expresión de fruta y la tan bienvenida como típica ausencia de notas de hoja de las Bonardas de Nieto Senetiner. Una experiencia interesante sería armar un back to back casero entre las dos etiquetas. No sé, les dejo la inquietud.

Finalmente, y mientras esperamos a la Criolla Grande que cerrará la línea a fin de año, pasamos al Semillón 2019. Como comentaba su creador aquí sorprende ver las posibilidades de frescor y finura de una cepa que nuestros mayores apenas registraban en los vinos blancos a granel. El 50% tuvo un paso por madera de mucho uso, dejando en claro que aquí se busca más la tipicidad y la fruta que las notas untuosas. El resultado es un vino bellamente tenso, eminentemente cítrico, con muy buen graso en el centro de boca y con una carga alcohólica presente pero trabajada para aportar a la frescura.