Si querían elegir a alguien con grandes apetitos y una sed interminable la gente de Antares no podía haber encontrado una figura más idónea que la de Ekaterina Alekséyevna, más conocida como Catalina II. Sin duda que a la zarina el mote de La Grande le hacía total justicia y no sólo por sus tres décadas largas de reinado, por la modernización del Imperio Ruso o por sus legendarias proezas sexuales (en los cuales incluso se le fue la vida). El punto es que esta verdadera mujer de poder fue una gran bebedora y se cuenta que sentía especial predilección por las oscuras y corpulentas cervezas inglesas. El problema fue que lo largos viajes para transportarlas hacían que la bebida se malograra, algo que pudo zanjarse en forma salomónica al incrementar generosamente el alcohol en las mismas.
Luego de este breve introito, que ademas del perfil histórico sirve para reflejar algo del espíritu de esta Russian Imperial Stout, podemos abocarnos a la presentación en sociedad de la nueva adquisición del «Proyecto Barricas». Para quienes hemos tenido la suerte de conocer dicho proyecto desde sus mismos albores no es una novedad la evolución que ha ido experimentando la línea que arrancó hace ya algunos años con la primera Barley Wine trasegada por viejos toneles de whisky. Hablamos de «La Alazana«, una verdadera pieza de colección que aunó su esfuerzos con la reconocida marca de spirits patagónica. A esta primera creación le siguieron dos añadas de «El Centinela«. Sin embargo la siguiente edición no seguiría el derrotero de las barley para pasar a una excelente Belgian Quad: la «Monasterio«. Un comentario al margen: mientras que la evolución dentro de la barrica propiamente dicha es breve y debe ser monitoreada de diario la que se da en la botella se sostiene mucho más en el tiempo y es más que recomendable ver como se va completando de un año al siguiente.
Gente inquieta de toda inquietud tanto Leo Ferrari, Brewmaster de Antares, como sus colaboradores decidieron que su nuevo opus no repetiría perfil. Para ello se volcaron a esta Imperial Stout poderosa y compleja como el personaje a quien le pide prestado el nombre. De hecho esta es la cerveza más alcohólica de la marca, con unos rotundos 11 grados. Como cabe esperar de una cerveza que ha tenido su paso por barricas de roble que, a la sazón, contuvieron whisky, la conjunción iba a hacer sus aportes tanto en contundencia como en carácter. Ciertamente esta es una cerveza muy compleja, con capas, que exige ser bebida reflexivamente. Una experiencia para disfrutar con todos los sentidos atentos viendo como empiezan a aparecer los sabores secundarios y terciarios tan pronto la copa va perdiendo temperatura. Hay claras trazas de caramelo quemado, tabaco y chocolate amargo. Sin duda podrían acompañar alguna pieza de caza, como un jabalí por ejemplo, en contrapunto con ese dejo dulce que posee dicha carne. También uno puede imaginarse un plato de quesos, de esos que suelen cerrar una cena en lugar del postre. E, incluso, reinar en la sobremesa junto a un puro de cepo generoso.