Más allá de los clásicos del NOA otro norte más cercano propone una verdadera revolución en el circuito del lúpulo y sus consecuencias en versión artesanal. Pese al fulminante auge de estos productos que parecía agorero con resonancias de videoclubes, paddles y parripollos, el oeste de Vicente López acabó convirtiéndose en un polo productivo descollante. La franja comprendida entre Villa Martelli, Florida Oeste, Munro, Carapachay y Villa Adelina reune a una nada desdeñable cofradía de 35 brewers. Ésta floreciente y novel industria se apoya solidariamente entre sí junto a los esfuerzos de los organismos turísticos del municipio.
«Hoy en día el área de turismo esta inserta en lo que es la Subsecretaría de Desarrollo Económico por eso entramos en contacto con las fabricas de la zona– nos comenta Fernando Navarro , responsable del área- Por lo tanto me pareció importante mostrar esto que nos distinguía de otros municipios y así nació VILO Cervecero, una suerte de circuito similar al del tour de bodegas solo que con cerveza en lugar de vino. Además también fue de gran ayuda contar con un producto de calidad que asiduamente es reconocido en los distintos concursos de la especialidad.» De hecho ésta movida tuvo un punto álgido en el reciente Octoberfest. Pero la iniciativa no se acaba allí. El municipio arma cada pocos meses una recorrida en bus con tres o cuatro fábricas diferentes donde tanto locales como visitantes pueden probar sus creaciones y disfrutar de diversos eventos musicales y artísticos propuestos por cada cervecería.
Dentro de la multiplicidad de ofertas también se pueden ver las diferentes historias desde gente que en la medida de su crecimiento fue incluso recuperando predios de viejas industrias volviéndolos a la vida y a la actividad y algunos otros ejemplos que arrancaron con un espíritu algo más pro.
«Somos conscientes de que el sector en su totalidad ha alcanzado una meseta con un retroceso en ventas del 35% promedio – nos cuenta Alexis Bracco, responsable comercial de Bretonia Brewery– y desde 2018 luego de un verdadero auge manejábamos un poco más de volumen y no notábamos que la rentabilidad caía. Estamos en un margen de sustentabilidad muy fino puesto que tenemos insumos que se bambolean al compas del dólar y tenemos que lidiar con la presión de las marcas industriales. Estamos esperando la temporada, pero no es un panorama fácil.»
En el mismo espíritu pero con un poco más de organicidad, la gente de Liefeld apostó por un emprendimiento unívoco. «Apenas dejamos la producción de garage– rememora Juan Ignacio Cariola, fundador de la cervecería- enseguida encaramos un plan de negocios emprendiendo la construcción desde cero de una fábrica de acuerdo a todas las especificaciones y eso nos permitió salir andando, por así decirlo. Muchos colegas arrancaban produciendo y luego no podían cumplir con los estándares que pide el municipio para habilitar. Ese cambio en nuestro planteo de base fue de gran ayuda para ahorrarnos idas y vueltas. Más allá de los vaivenes de la economía y de nuestro mercado específico podemos decir que nos está yendo aceptablemente bien. Creo que nuestra cerveza más representativa (y reconocida) es un buen ejemplo de nuestra prédica: un producto aparentemente sencillo pero que, dentro de su simpleza consigue una realización sin fallas.»