Inspirada por los cielos australes, Caelum es una joven bodega familiar que se destaca por una muy buena realización de cepajes con no tanta prédica entre nosotros. La bodega nació a mediados de los noventa con María de las Mercedes Díaz, una madre ingeniera agrónoma que pensó que, dada la buena recepción que estaba teniendo el vino de calidad argentino, arrancar un proyecto de viñas en Agrelo podría ser una buena inversión. También, basada en comentarios de colegas norteamericanos, decidió sumarle al incipiente emprendimiento la producción de pistacho. El proyecto fue viento en popa y por eso, poco a poco, fue traccionando a su familia de Vicente López a Mendoza donde su hijo Hernán Pimentel, Ingeniero Industrial de profesión, se reconvirtió al oficio de bodeguero.
«En un principio arrancamos plantando Malbec y Cabernet Sauvignon. – Comenta Pimentel. – Y enseguida estábamos produciendo uva fina y teníamos por clientes a grandes bodegas que elogiaban la calidad que estábamos alcanzando. Y ahí surgió plantearnos si no deberíamos ofrecer nuestra propia marca. También, siendo una bodega reciente, optamos por la estrategia de comenzar a trabajar con variedades un poco más disruptivas.» Justamente por ello aquí decidimos hacer una semblanza de dos de sus etiquetas de extremo superior basadas en el Fiano y en el Montepulciano, variedades que no conocen muchas versiones en nuestro mercado.
“El Fiano fue un poco una idea entre mi hermana, que es sommelier, y nuestro enólogo por aquel entonces, Giuseppe Franceschini, quien había trabajado mucho ese varietal en Italia junto al hecho de que nosotros estábamos abiertos a incorporar nuevas cepas (si bien en Europa es un cepaje bastante conocido).” Así que, puestos manos a la obra, la bodega importó, con todos los trámites bromatológicos correspondientes, 10.000 barbechos desde Campagna que se implantaron enfrente a la bodega en 2009 con resultados óptimos. En 2012 se hicieron 900 botellas y ahora la producción está en el orden de las 4000 botellas al año. El Caelum Fiano Gran Reserva 2018 acusa 12 meses de paso por diversas tonelerías que no parecieran dar fe de tal guarda merced a su brío y su frescura. Es un vino seco, con toques cítricos y de flor blanca.
«En el caso del Blend Gran Reserva 2019 está compuesto mayormente por Montepulciano – continúa Pimentel – Es una viña de la que tenemos cuatro hileras en el sector noroeste de la finca donde también hay dos hileras de Cabernet Franc y otras dos de Petit Syrah y después seleccionamos del resto del viñedo una parcela de Malbec y otra de Cabernet Sauvignon con lo que se compone este vino, que virtualmente funge como ícono de la bodega. De hecho, y aquí va una primicia, estamos trabajando en la idea de quitarlo de la línea Gran Reserva y que sea nuestro ícono en toda la regla. No sólo por los varietales poco comunes en nuestro país sino porque además lleva un trabajo muy específico, vinificando cada varietal por separado en barricas sin tapa, o sea colocadas en posición vertical, con maceraciones manuales con tres pisoneos por día y todo cerrado con una crianza de 20 meses en barricas nuevas de roble francés.»
El resultado es realmente excepcional. Es un vino de un rubí profundo con una primera nariz apenas floral que luego en boca se abre como un abanico con notas de fruta negra, taninos muy finos y firmes y un agradable volumen de boca. Ciertamente es un vino muy europeo, con acidez y tensión y por sobre todo una gran elegancia. Sólo se han producido 2000 botellas.