Desde su arribo a estas tierras a mediados del siglo XIX, la familia Bemberg ha sido parte de la incipiente casta del industrialismo local. Dentro de sus hitos más reconocibles se encuentra la creación de la archiconocida Cervecería y Maltería Quilmes de la que se desprendieron hace pocos años. Inquietos de toda inquietud decidieron adquirir el Grupo Peñaflor y, con ello, llegó el acceso a muchas de las parcelas más granadas del mundo del vino nacional. La conjunción de esta fabulosa disponibilidad de tan selectas vides iba a hacer que, lo que comenzó como una pequeña producción para el consumo de la familia, acabara convirtiéndose en Bemberg Estate Wines, una línea de vinos de calidad superlativa.
Una Master Class sobre su producción en Gualtallary fue la excusa de oro no sólo para ir recorriendo cosechas de algunas de sus etiquetas más logradas sino para que dos de sus winemakers desgranaran vida y milagros de la bodega.
«Con la adquisición del Grupo, a la familia Bemberg se le presentó la posibilidad de crear una serie de vinos totalmente excepcionales al punto de que acabaran admitiendo que se pusiera su nombre en la etiqueta– cuenta Daniel Pi, histórico responsable de la enología de varias líneas dentro de la bodega Trapiche- Vemos que la tradición es algo que ponen muy al frente no sólo con el nombre de la nueva bodega sino también a la hora de bautizar sus respectivas líneas. «La Linterna» hace referencia a una residencia familiar literalmente calcada de la que ocupaba Luis XIV en Versalles y «Pionero» es una clara alusión al carácter de Otto, aquel primer Bemberg que comenzó la saga de la familia en estas tierras allá por 1852. La primera abarca una serie de varietales que recurre a las parcelas más selectas que el grupo posee desde el norte de Chañar Punco al mismísimo Valle de Uco.»
Y dentro del Valle de Uco pudimos probar la producción de uno de sus sitios dilectos, precisamente Gualtallary y, más precisamente aún la Finca El Tomillo. De allí se descorcharon La Linterna Microterroir Parcela 1 Chardonnay de 2015, 2016 y 2019. Luego los La Linterna Microterroir Parcela 5 Malbec de 2014, 2016 y 2017. Finalmente fue el momento de los Pionero, los Blends icónicos, en sus versiones 2014, 2016 y 2017.
Más allá de las consideraciones de cata fue muy interesante escuchar a la Master of Wine Madeleine Stenwreth, especialista de origen sueco pero gran conocedora y enamorada de nuestro país, a la sazón, responsable de los blancos de la bodega. «Tengo una relación de más de 20 años con la Argentina. He venido mucho tiempo como compradora y poco a poco comencé a descubrir las posibilidades que ciertos terroirs podían ofrecer a la hora de producir blancos de gran calidad. Esto se daba especialmente en Gualtallary y, lo que en una primera instancia fue surgiendo de forma empírica, que encontrásemos rasgos de consistencia y elegancia recurrentemente en ciertas parcelas, se fue solidificando a través de dedicar cada vez más recursos para comprender la viña en profundidad. Literalmente esto tenía que ver con estudios muy exhaustivos del suelo, qué tan profundo era y cómo estaba compuesto. Así pudimos determinar porqué en tales parcelas se conseguía esa sensación mineral tan especial. Luego, en su carrera internacional, los vinos producidos allí comenzaron a dar la nota y llamar la atención de algunos de los mayores especialistas del mundo. Pienso que esto tiene que ser un punto de partida para cambiar la mentalidad de mucha gente que no concibe las verdaderas posibilidades que Gualtallary, y la propia Argentina, tienen para producir blancos de clase mundial.»